Blas J. Muñoz. El anuncio sobre la votación, antes del mes
de junio, por parte de la Asamblea del traslado de la Carrera Oficial al
entorno de la Catedral genera numerosos interrogantes que habrán de
resolverse a partir del mismo momento en que se vote. En ese instante se
habrá de resolver la cuestión principal, si se traslada o no.
Aunque parezca una obviedad, nada más lejos de la realidad.
La unanimidad alcanzada en noviembre no parece tan cercana en este caso
por diversas razones. La primera radica en que la decisión tiene dotes
definitivas y eso supone salvar aspectos como que el paso del Cristo de
Gracia sólo puede acceder por la Puerta del Perdón y, se inicie por
donde se inicie, todo apunta a Santa Catalina como punto de entrada al
templo catedralicio.
Otro de los posibles argumentos estriba en que, a corto
plazo, no se espera una resolución de la apertura de la segunda puerta,
hecho que implicaría colocar el altar en el Arco de las Bendiciones de
forma permanente. De esta forma buena parte de las cofradías que
accedían al interior de las naves de Santa Maria de la Asunción deberían
renunciar (al menos, temporalmente) a ello.
La situación del Palquillo de Entrada tampoco es baladí. En
caso de situarse o en la Cruz del Rastro o en la Puerta del Puente
cambiaría sustancialmente el itinerario de algunas corporaciones
penitenciales. Incógnitas que habrán de solventarse una vez se apruebe
un traslado que, en 2016, se ha mostrado necesario.