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viernes, 27 de mayo de 2016

Enfoque: No te salvan ni las cofradías


Blas J. Muñoz. En San Lorenzo la Octava del Corpus que celebra la Hermandad del Remedio de Ánimas vestía de pontifical una de las feligresías que guardan el sabor de la Córdoba eterna, capaz de adaptarse y atesorar cualquier tiempo que nutre la historia de una ciudad que, en su monumentalidad, escenificación y algunas tradiciones, bien podría ser ejemplo de muchas cosas. La misma urbe que contrasta consigo misma y compite contra su propia mediocridad, en otros sentidos.

Estos últimos se palpan, siempre latentes, en el ambiente. Baste con subir a una línea cualquiera de bus urbano para apercibirse de que cada curva, frenada o aceleron son un ejercicio de funambulismo sobre el alambre motorizado de la máquina. A ello, si le suman un precio desorbitado para ir y volver de aquéllo que les dio por llamar recinto ferial, les da el primer gran indicio circunstancial de los autos.

Bajar de entre la masa humana, enlatada como sardinillas en escabeche, y salir al ruedo de albero es la segunda gran prueba de fuego. Más que circunstancial, los hechos en este punto se convierten en constatación palmaria. Con la caída del sol, una especie de vampiros del alcohol saltan a la escena. Vienen de su botellódromo, bendecido por los prelados pseudoprogresistas que moran las salas capitulares: "No les quitéis a los chavales su divertimento barato". Qué les puedo decir, pues que si algún día veo a mi hijo en semejante lugar o semejante estado, llámenme rancio, pero la educación y el castigo vendrían de la mano.

Tras caminar entre la marabunta, el albero flotando en el ambiente, el aguachirri ensuciándome las gafas paso por la Caseta Municipal y escucho a una orquesta cantando reggaeton (o cómo se escriba) y, para convertirme en poeta de la experiencia, mis pasos caminan hacia la de uno de los partidos en el poder local. Una emoción intensa me recorre al ver las camisetas de los mareros voluntariosos: "vergÜEnza". La palabreja así y con un mapa de Europa debajo. Filosofía en estado puro y propaganda política en esa "Feria abierta" de la Alcaldesa y su Primer Teniente allí, de jefe de cocina, camiseta en ristre.

Sorprende ver a un primus inter pares en los fogones del comunismo cordobés. Y es que la verdad no me imagino a Anguita entre docenas de pinchitos y bocatas de calamares. Como tampoco ver como sale el Premier cordobés del momento, cambiada la camiseta por camisa blanca y chaqueta oscura. No atisbé duchas, por lo que dí por hecho que algo debía oler a aceite de alto rendimiento (de girasol tocado químicamente, vaya). Y mis pensamientos retornaron a San Lorenzo. Busqué otras casetas, otra forma de hacer las cosas y casi me iba convenciendo de que sí se puede (¡vaya eslogan!), cuando volví a caer en las garras de Aucorsa se me fue la inspiración revolucionario-costumbrista y comencé a escribir, entre frenazos, este enfoque.






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