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jueves, 16 de mayo de 2013

Historia de la Hermandad del Rocío de Córdoba


Las primeras noticias constatables que poseemos sobre la devoción rociera cordobesa son de alrededor de 1930 e incluso es probable que se remontasen a algunos años antes. Dos son las fuentes en que sustentamos esta aseveración. En primer lugar el testimonio oral de dos participantes en aquellos lejanos cultos como son Dña. Dolores Eraso Salinas y Dña. Pepita García Natera que aún recuerdan aquellas vivencias. Ellas informaron de que fue el famoso rejoneador D. Antonio Cañero quien ejercía de Hermano Mayor y quien mandó confeccionar el Simpecado, encargando la pintura de la Virgen del óvalo central a Julio Romero de Torres.

Estos datos se respaldan con el informe realizado  por la directora de los museos municipales de Córdoba, Dña. Mercedes Valverde Candil, que acompaña al acta notarial del depósito que la Hermandad realizó de dicho Simpecado en el Museo de Julio Romero de Torres. En él, dicha especialista certifica que la pintura del Simpecado es obra del citado pintor y que por referencia oral de Rafael, Amalia y María Romero de Torres se conoce que fe encargada al célebre artista por el rejoneador D. Antonio Cañero. Y fecha su ejecución hacia 1929 – 1930, siendo uno de sus últimos trabajos, ya que murió en 1930. El advenimiento de la II República en abril de 1931 no facilitó la práctica de esta manifestación pública de religiosidad popular por razones conocidas. Sin embargo, en 1935, volvemos a tener noticias de esta devoción rociera que vuelve a emerger como el Guadiana. El 14 de mayo de 1935, un grupo de rocieros cordobeses se dirigía al Obispo solicitando poder asistir en grupo al Santuario almonteño en las inminentes fiestas de Nuestra Señora del Rocío.

Al analizar la breve instancia observamos que la única demanda incluida era que se le concediera autorización provisional a fin de poder desplazarse colectivamente a dichos actos religiosos que se desarrollarían el 8 de Junio de aquel año. En el documento se argumentaba la escasez de tiempo para erigir la hermandad canónicamente y elegir su junta directiva. Y terminaba la solicitud suplicando: “se digne autorizar con carácter provisional el que por este año y en tanto queda para el próximo y venideros constituida la hermandad cordobesa de Nuestra Señora del Rocío, podamos asistir en colectividad los devotos cordobeses a los referidos actos religiosos”. Dicho documento fue cursado por D. Luis Ruiz de Castañeda y Aguilar, inspector técnico del Timbre, y avalado por una cincuentena de firmas de miembros de conocidas familias de la burguesía cordobesa de la época, como los Baquerizo, Fragero, Herruzo, Natera, Sepúlveda, Sotomayor… pero sobre todo destacaban las firmas de personajes célebres del mundo taurino como Antonio Cañero, Rafael Guerra “Guerrita”, y Rafael González  Madrid “Machaquito”. A esta solicitud acompañaba un anteproyecto de  estatutos, fechado el 15 de mayo de 1935.


Junto a la documentación descrita se adjunta el oficio del obispado, de fecha 21 de mayo de 1935, en el que se acepta que dichos devotos asistieran en colectividad a las próximas fiestas en honor de la Virgen del Rocío, en su santuario de las marismas almonteñas. En este año de 1935 los cultos que estos cordobeses ofrecieron a su Titular se pudieron celebrar con gran brillantez. En la prensa del día 8 de junio aparecía una nota informando que habían marchado a Almonte para asistir a los actos del Rocío unas setenta personas y que se habían enviado además cuarenta y dos caballos que utilizarían los romeros. Terminaba la noticia anunciando que “mañana saldrán cien más con los estandartes”.  El nutrido número de participantes nos da idea de que la devoción rociera estaba bastante extendida entre los cordobeses.

La partida hacia la Ermita almonteña en la víspera de la celebración evidencia que el camino se hacía en medios motorizados hasta las proximidades del santuario donde ya se utilizaban las cabalgaduras. Fuentes orales nos han informado de que el trayecto se realizaba en autobús hasta la Palma del Condado y desde allí a caballo. De esta presencia se conservan en el archivo de la Hermandad testimonios gráficos.

Pero lo que se efectuó con gran brillantez fue la llegada a Córdoba a la vuelta del Rocío. Los romeros cumplieron fielmente el artículo 2º del capítulo 4º del anteproyecto de los estatutos que fijaba que el regreso se haría procesionalmente por las calles cordobesas con el mayor esplendor posible. En efecto, ya en el periódico del día anterior D. Eduardo Sotomayor Criado, que hacía las funciones de Hermano mayor, informaba con detalle de todo lo relacionado con dicha comitiva. Citaba  a los romeros para las cinco de la tarde del domingo 16 de Junio en la caseta del Tiro de Pichón en terrenos de la Electro-Mecánicas a fin de organizar la comitiva. Y describía también el largo itinerario a seguir iniciándose en el Paseo de la Victoria para continuar por el Campo Santo de los Mártires, Cardenal González, Feria y por Claudio Marcelo subir a las Tendillas. Después seguirían por Gondomar, Gran Capitán, Avenida de Canalejas y a través de la Puerta del Rincón y Alfaros llegar a San Pablo para depositar los estandartes en casa de la “Hermana mayor” Dña. Teresa García Natera.

Del gran lucimiento de dicho cortejo y del amplio eco que tuvo en el pueblo cordobés que asistió en masa a contemplarlo deba detallada información el mismo medio de comunicación. Indicaba “El Defensor de Córdoba”, que los hermanos del Rocío entraron en la ciudad a las nueve de la noche procedentes de Córdoba la Vieja donde se había formado la comitiva, la cual se componía de gran número de rocieros a caballo con bellas señoritas a la grupa y algunas carretas, precedidas de bengalas y cohetes anunciadores, figurando también varios estandartes.

Actividades rocieras en la primavera de 1936

Tras estos lucidos actos todo hacía suponer que, tal como se prometía en las instancias  dirigida al Obispo, a las fiestas del Rocío de 1936 se asistiría ya como hermandad canónicamente instituida. Sin embargo,  los  acontecimientos que se desencadenarían en nuestro país ese año frustrarían, como tantos otros proyectos, los deseos de los rocieros cordobeses. Obviamente, en estas circunstancias la fundación de la hermandad quedó en suspenso y en aquella primavera no se pudo organizar la peregrinación a la aldea almonteña que con tanta solemnidad había discurrido el año anterior. Sí celebraron, en cambio, un Triduo en Honor de la Santísima Virgen del Rocío que tuvo lugar durante los días 24, 25 y 26 de junio, a las siete de la tarde, en el convento de Capuchinos, asistiendo la Hermandad con sus insignias.

Capuchinos
De todos es conocido lo ocurrido veinte días después de aquella solemne función religiosa. Aquel proyecto en ciernes, quedó malogrado. El simpecado y otros atributos que se custodiaban en el domicilio de la Srta. García Natera fueron depositados en el cercano convento de Santa Marta, el día 25 de julio de 1936. Habrían de transcurrir más de cuatro décadas para que de nuevo el movimiento rociero cordobés se pusiera en marcha y, esta vez sí, se fundara la actual cofradía canónicamente erigida. En realidad la devoción rociera cordobesa nunca llegó a extinguirse totalmente.

Así, el 4 de noviembre de 1963, D. Antonio Bautista Romero, auxiliar técnico sanitario de la Beneficencia Municipal, a título personal, se dirigía al Hermano Mayor de la Hermandad Matriz de Almonte solicitando información sobre los requisitos necesarios para fundar una Hermandad en Córdoba. Dos semanas más tarde, el presidente de la Hermandad Matriz de Almonte, D. Antonio Millán Pérez, respondía amablemente a su demanda recordándole que en 1935 ya había asistido la Hermandad presidida por D. Antonio Cañero a la romería. Después le informaba de los pasos a seguir como era constituir una junta organizadora que estableciera su sede en una Iglesia y junto con el párroco elaboraran unas reglas que habría de aprobar el Obispo de la Diócesis.

Le aconsejaba además ponerse en contacto con el Padre capuchino Fray Sebastián de Villaviciosa, residente en la comunidad cordobesa y que era gran devoto de la Virgen del Rocío. Del mismo modo le enviaba la dirección del doctor D. Francisco Rodríguez Ferrer, rociero que había fundado la Hermandad de Bollullos de la Mitación. Terminaba dicha carta con la sugerencia de que en la próxima romería se podrían presentar con una simple bandera con la efigie de Nuestra Señora.

De nuevo resurge en Córdoba la corriente rociera que culminará finalmente en la erección canónica de la actual hermandad. Y surgirá en un barrio de tanta solera popular como el del Alcázar Viejo, donde en su parroquia de San Basilio se va a constituir su primera Sede Canónica. El primer testimonio documental que poseemos de este movimiento se conocerá en los estatutos de la Hermandad fechados el 1 de abril de 1977, que son enviados al obispado para su aprobación. Dichas reglas constaban de veintiséis artículos. Entre ellos destacaremos el quinto en el que se enumeraban los distintos cultos anuales como eran: el triduo preparatorio que terminaría la víspera de la Ascensión, la peregrinación al santuario del Rocío en Pentecostés y la sabatina de los primeros sábados de mes. Otros artículos estaban orientados a la asistencia de los necesitados, como era el octavo donde se creaba la Delegación de Unión Fraternal que conectaría con Caritas Parroquial para proporcionar las ayudas que estuvieran a su alcance. Otros concretaban las unciones de los diversos cargos de la Junta Directiva que sería elegida por la Junta General. Dichos cargos los componían el Hermano Mayor, el Secretario, el Tesorero y tres vocales que serían renovados en su mitad cada dos años. El artículo trece disponía que el Consiliario fuese el párroco de Nuestra Señora de la Paz (San Basilio) con el consentimiento del Obispo.

Estos estatutos estaban firmados por el Hermano Mayor D. Pedro Gordillo, el párroco Rdo. Padre D. Guillermo Romero y los demás cargos directivos. A este Hermano Mayor es al  que la superiora del convento de Santa Marta, Sor Tereza Amores, le hace entrega como promotor de la creación de la  Hdad. de Ntra. Señora del Rocío de Córdoba,  un estandarte Simpecado, otro de raso blanco pintado al óleo el escudo de la Ciudad  y dos portaestandartes en metal plateado, documento de sesión que firman ambos en Córdoba el día 16 de Abril de 1.977.

Varios fueron los pasos previos a la constitución definitiva de la Hermandad, así el día 5 de febrero de 1978, en la Parroquia de San Basilio, se celebró la Misa Oficial de la fundación de la Hermandad, con la primera imposición de medallas a todos los hermanos fundadores, dos meses más tarde, el día 17 de abril, en Hermano Mayor, recibía de la Hermandad Matriz de Almonte, el nombramiento de HERMANDAD FILIAL correspondiéndonos el número cincuenta y uno.

Conseguidos estos objetivos fundamentales, el día 3 de julio del mismo año se celebraron elecciones en las que se constituyo la primera junta de gobierno de la Hermandad. Durante este periodo, hasta llegar al año de 1990, la hermandad se fue consolidando poco a poco, llevándose a cabo entre otros logros, en el año 1987 bajo el mandato del Hermano Mayor D. Francisco Rodríguez Ferrer, hacer el primer camino desde Córdoba al Roció, haciendo una parada ante la Iglesia de San José y Espíritu Santo. Acto que se repetirá en todos los años posteriores. También hay que destacar la compra al Ayuntamiento de Almonte de la parcela de 875 metros y a la Hermandad de Lucena de 375 metros cuadrados, donde a lo largo de los años, se construirá la casa de nuestra Hermandad en la aldea almonteña.

Un acto de especial trascendencia, fue el hermanamiento con la Hermandad de la Paz y Esperanza del convento de Capuchinos. Tuvo lugar en dicha plaza el domingo 24 de enero de 1982 donde el Hermano Mayor, hizo entrega a D. José Gálvez Galocha Hermano Mayor de La Paz y Esperanza, de una imagen de la Virgen del Rocío, que fue entronizada en la delantera del paso de palio, figurando desde entonces en su estación de penitencia del Miércoles Santo. Hay que destacar que en esta ocasión fue la única vez que el paso de palio de la Virgen de la Paz se ha montado en su totalidad dentro de la Iglesia, oficiando la ceremonia religiosa Fray Ricardo de Córdoba. Posteriormente sería la Hermandad de la Entrada Triunfal la que entronizaría en el paso de su cotitular por entonces, María Stma. de la Victoria, la imagen de Ntra. Sra. del Rocío, que actualmente procesiona en el paso de Ntra. Sra. de La Palma.

Posteriormente y a partir del año 1990, con la llegada de la candidatura de D. Emilio López Narváez, comenzaría un nuevo periodo para la Hermandad cordobesa, etapa esta que a lo largo de una década iría experimentando un notorio auge. Con fecha de 1 de marzo de 1990 el Obispado confirma su elección y la de su Junta de Gobierno. Durante este periodo, se aprobaron los Reglamentos del Coro y del Camino, el primero aprobado el 12 de Septiembre de 1990, y el segundo el 22 de febrero de 1992.
Otro aspecto cuidado por la Hermandad en esta época, fue el de las relaciones publicas, gracias a este empeño, fue la concesión de la Hermandad Matriz para que se celebrara en Córdoba la asamblea anual de Hermandades del Roció de Andalucía Oriental, que tuvo lugar el día 16 de marzo de 1991 en el Salón de Mosaicos del Alcázar de los Reyes Cristianos. En la misma línea la Hermandad nombro al Excmo. Ayuntamiento de Córdoba “Hermano Honorario” representado en la persona del entonces alcalde Herminio Trigo. La solemne ceremonia, tuvo lugar el día 2 de marzo de 1991, en la Iglesia de San Pedro de Alcántara. Hemos de señalar que este convento, se convirtió en Sede Canónica de nuestra Hermandad en 1988, a raíz del hundimiento parcial de la Iglesia de San Basilio.

La llegada de D. Francisco Rodríguez Alonso a la dirección de la Hermandad al ser elegido Hermano Mayor el 26 de Noviembre de 1993, supondrá para esta asociación religiosa un gran impulso pues en los ocho años de su mandato, ya que fue reelegido en 1997, se incrementaran tanto las actividades como las metas conseguidas. Fue en Junio de 1995, cuando se realizó el cambio definitivo de Sede Canónica, y en septiembre del mismo año el Obispo de Córdoba, Rvdmo. D. José Antonio Infantes Florido, nombro consiliario de la Hermandad al entonces Párroco del Sagrario, Rvdo. P. D. Bartolomé Menor Borrego y como capellán de camino a Rvdo. P. D. Tomás Pajuelo. Importante objetivo de esta etapa, fue disponer de los nuevos estatutos por los que se regiría la Hermandad, aprobándolos el Sr. Obispo el día 8 de Diciembre de 1995.

Otra realización de este periodo, fue la restauración de la Imagen titular que estaba muy dañada, dicha restauración la llevo a cabo D. José Carlos Rubio Valverde en el año 1996. Posteriormente sería D. Francisco Romero, quien restaurara dicha imagen. También en este mismo año, el bordador cordobés D. Antonio Muñoz Sánchez, llevo a cabo en su taller de la calle Muro de la Misericordia, la confección del nuevo Simpecado, siguiendo el modelo del primitivo, realizando la pintura del ovalo D. Juan Manuel Ayala. Estos mismos artistas, realizarían en el año 2000, un banderín para el grupo joven de la Hermandad.

Además de estas realizaciones, la Hermandad no ha descuidado la atención a las obras sociales y de caridad que afronta la Parroquia del Sagrario. De entre todas ellas cabe destacar la ayuda al Hogar “María Madre” donde se han volcado todos los hermanos en una labor tanto económica como asistencial y humana, hasta su desaparición. También hay que hacer mención, de la entrada a formar parte como miembro de pleno derecho de la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Córdoba, el 29 de marzo del año 2001.

Desde el día 19 de Noviembre de 2001, fue nombrada la nueva Junta de Gobierno que fue presidida por D, Antonio Grande Fernández, antiguo hermano rociero y como los anteriores gran devoto de la Virgen de Rocío, continuando con la misma línea de hacer grande a la Hermandad, celebrándose en su mandato con gran relevancia y solemnidad las bodas de Plata de la fundación de la Hermandad. Con motivo de  tal efeméride,  se le hace entrega a la Hermandad Matriz de una pieza de joyería realizada en oro fino, para la Imagen de Ntra. Sra. del Rocío, diseñada y realizada por D. José Manuel Araujo, hermano de la Hermandad.  En este mandato es nombrado consiliario de la Hermandad, D. Manuel Pérez Moya.  Lo más relevante a destacar de dicho mandato, es la adquisición y construcción de la Casa de Hermandad en la ciudad. Esta fue bendecida por D. Miguel Castillejo Gorraiz, el 8 de septiembre del 2007, al igual que la organización de la reunión del “paso de Coria”, que  las Hermandades celebran anualmente. Dicha reunión se celebró en el marco incomparable de Caballerizas Reales.

En la actualidad, D. Bernabé Jiménez Roldán es el nuevo Hermano Mayor, nombrado por mayoría absoluta en Cabildo General de Hermanos, el 16 de enero del 2010.


Documentación realizada por D. Pablo Herrera Mesa





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