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martes, 13 de agosto de 2013

La Diócesis de Córdoba celebra la festividad de la Beata Victoria Díez asesinada por su fe en la Guerra Civil

Ayer 12 de agosto la diócesis de Córdoba conmemoró la fiesta de la Beata Victoria Díez y Bustos de Molina, virgen y mártir.

Victoria Díez, religiosa y maestra de la Institución Teresiana, nace en 1903 en Sevilla, hija única de José Díez Moreno (de Cádiz) de profesión escribiente y apoderado de una casa comercial de Sevilla y de Victoria Bustos de Molina, ama de casa.

Desde muy joven destaca en ella su entrega a los demás y una profunda manifestación de fe. Sus notables cualidades artísticas hacen que curse seis años en la Escuela de Artes y Oficios de Sevilla. Pero su vocación principal es la de maestra, realizando sus estudios de Magisterio entre 1919 y 1923.

En 1925 se establece la Institución Teresiana en Sevilla con una Academia internado para estudiantes de Magisterio denominada “Santa Teresa”. El 25 de abril de 1926 Victoria y unas amigas acuden a una conferencia que da la directora de este centro Mª Josefa Grosso. Victoria llamará a ese momento: La tarde el encuentro; pues a partir de ese momento decide incorporarse a la Institución preparando oposiciones, dando clase en la Academia-Internado y como Presidenta de la “Juventud Teresiana Misionera”.

Tras ganar las oposiciones en 1927 es destinada a Cheles (Badajoz) en el que estará tan sólo un curso. El 13 de junio de 1928 recibe su nombramiento para Hornachuelos (Córdoba) con 25 años.

Durante los 8 años que vivió en Hornachuelos (1927-1936) desarrolla una intensa actividad al servicio de la Iglesia y de la sociedad civil. Además de sus tareas como maestra, crea la catequésis infantil e impulsa la Acción Católica; colabora en la reedificación de la escuela; continúa con su novedoso sistema pedagógico; organiza cursos nocturnos para mujeres trabajadoras y una biblioteca para antiguas alumnas; ayuda a las familias necesitadas del pueblo y es nombrada Presidenta del Consejo Local del Pueblo.

Durante los difíciles años de 1932 a 1934 por las diferencias ideológicas de los españoles, nunca mostró una inclinación política y colaboró tanto con el Ayuntamiento de derechas como el posterior de izquierdas llegando a ser Secretaria de la Junta de Enseñanza.

En los prolegómenos de la Guerra Civil, la iglesia de Hornachuelos fue incendiada. Tras intensos meses de trabajo, y con la infatigable colaboración de Victoria con el párroco, se consiguió abrir de nuevo. La iglesia de Hornachuelos se volvería a saquear en los primeros días de la Guerra Civil.

El día 20 de julio de 1936, recién estallada la guerra civil española, arrestaron al párroco de Hornachuelos Don Antonio Molina.

El 11 de agosto dos hombres armados pidieron a Victoria que acudiera con ellos al Comité a prestar declaración. Ya no la dejaron volver a su casa. La dejaron prisionera en una de las casas en la plaza del pueblo. A pesar de las gestiones de diferentes personas para que fuese liberada, no se logra el objetivo.

En la madrugada del día 12 de agosto, Victoria fue conducida junto con 17 hombres más a las afueras del pueblo para emprender una marcha de 12 kilómetros sin vuelta posible, en la que Victoria alienta a los hombres: “Animo, adelante, Cristo nos espera”. Llegados a un caserón de la finca, fueron sometidos a un “juicio” en el que todos fueron condenados a muerte.

Victoria, la única mujer, presenció la ejecución de sus compañeros. Además, sabía que “creer bien y enmudecer no es posible”, y ella creyó hasta el límite de dar la vida y la entregó aquella madrugada del 12 de agosto.

En noviembre fue sacado su cuerpo y enterrado en el cementerio de Hornachuelos, dónde permaneció enterrada durante casi 30 años, hasta ser trasladados sus huesos a la cripta que existe actualmente en la Institución Teresiana de Córdoba, en la Plaza de la Concha.

El día 10 de octubre de 1993, el papa Juan Pablo II la nombró beata, junto a Pedro Poveda (canonizado en Madrid el 4 de mayo de 2003)





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