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domingo, 13 de octubre de 2013

Beatificación Tarragona: los Mártires asesinados durante la Guerra Civil y la Revolución de Asturias

Este domingo serán beatificadas en Tarragona 522 personas, en su mayoría religiosos, asesinados durante la Guerra Civil y la Revolución de Asturias.

Entre los nuevos beatos figuran tres obispos y cientos de sacerdotes que fueron fusilados por toda la geografía española.

Dos religiosas son arrestadas por unos milicianos durante la Guerra Civil / Diario El Sol
Aunque han pasado casi 75 años del final de la Guerra Civil Española, el conflicto fratricida sigue dando que hablar y generando mucha polémica. La beatificación del domingo en Tarragona de 522 'mártires' asesinados en su mayoría durante contienda y en la Revolución de Asturias, será la más numerosa en la historia de la Iglesia Católica. Estas beatificaciones de 'Tarragona 2013', que es cómo se conoce a esta ceremonia, se unirán a las más de 1.000 que ya se hicieron efectivas durante los pontificados de Benedicto XVI y Juan Pablo II.

A la beatificación asistirán 104 obispos y numerosas autoridades políticas, entre las que destacan el presidente del Congreso de los Diputados, Jesús Posada, el de la Generalitat, Artur Mas, y los ministros de de Justicia e Interior, Alberto Ruiz Gallardón y Jorge Fernández Díaz. En círculos oficiales, tanto religiosos como políticos, se da por hecho que la conocida como "Beatificación el año de la fe" será el último 'baño de masas' en el que participará como presidente de la Conferencia Episcopal Antonio María Rouco Varela, cardenal arzobispo de Madrid.

De hecho, el encuentro se ha planificado conforme a los criterios de Rouco, que solo ha tenido en cuenta a “un bando” de la Guerra Civil. Contestando a esta y otras críticas, las autoridades eclesiásticas recuerdan a este periódico que la consideración de 'mártir' se otorga exclusivamente “a aquellas personas que fueron asesinadas por odio a la fe y no por motivos políticos ni actos de guerra”.

La realidad, sin embargo, contradice en parte esta afirmacion. En la segunda entrega de este reportaje, mañana ZoomNews contará la historia de los nacionalistas vascos, muchos de ellos católicos practicantes, cuyo único pecado fue mantenerse fieles a la República.


Quiénes son los nuevos beatos

Entre los futuros nuevos beatos figuran tres obispos que fueron asesinados en el verano de 1936 en Madrid y Cataluña. El resto de mártires son, en su mayoría, miembros de órdenes religiosas, sacerdotes, seminaristas y laicos que murieron a manos de exaltados del Frente Popular, sobre todo durante el verano de 1936.

Tarragona fue el lugar en el que fueron asesinados el mayor número de religiosos, 147, encabezados por su obispo Manuel Borrás. Esta es su historia y la de otros cinco nuevos beatos que murieron durante la Guerra Civil y la Revolución de Asturias. Estos son algunos de los religiosos que mañana pasarán a ser beatos.


El cuerpo del obispo de Tarragona nunca apareció

Manuel Borrás Ferré era obispo auxiliar de Tarragona cuando estalló la Guerra Civil. Tres días después de que fracasara la sublevación militar en Cataluña, el religioso fue detenido y trasladado al Monasterio del Poblet y más adelante a Montblanc en compañía del arzobispo Vidal y Barraquer. El 12 de agosto fue trasladado hacia Coll de Lilla bajo el pretexto de tener que declarar ante un tribunal. Antes de llegar a esta localidad fue fusilado por la espalda.

Según la Causa General, su cuerpo “fue puesto encima de un haz de sarmientos y rociado con gasolina prendiéndole fuego. Sus restos nunca fueron encontrados”. Más suerte corrió Vidal y Barraquer que gracias a la mediación de Lluís Companys consiguió ser evacuado a Italia y pudo salvar la vida. El Papa Benedicto XVI firmó el 28 de junio de 2012 el decreto con el que se reconocía el “martirio” de Manuel Borrás.








El obispo de Jaén en el ‘Tren de la muerte’

Mucho se ha escrito sobre la historia de Manuel Basulto, el obispo de Jaén que fue detenido en el Palacio Episcopal de la ciudad jienense y encarcelado en la catedral hasta mediados de agosto de 1936. El 12 de este mes iba a ser trasladado a Madrid en uno de los tristemente llamados ‘Trenes de la Muerte’ para ingresar en la prisión de Alcalá de Henares junto a otras 250 personas. El tren fue asaltado por una turba de milicianos exaltados a la altura de la ya desaparecida estación de Santa Catalina en Vallecas. Los guardias civiles y guardias de asalto que escoltaban a los detenidos no pudieron controlar al gentío que linchó a los presos en un apeadero próximo a la zona actual de Mercamadrid. En total, 190 personas murieron asesinadas, entre ellas el obispo de Jaén, la hermana de este y el deán de la catedral. Su cuerpo fue exhumado tras la contienda y trasladado a su localidad natal.

El obispo que se entregó a los milicianos

El obispo de Lérida, Salvio Huiz Miralpéix, es otra de las víctimas que será beatificada en 'Tarragona 2013'. No había cumplido los 50 años cuando fue fusilado en el cementerio de la ciudad ilerdense. Su nombramiento como obispo tuvo lugar el 5 de mayo de 1935, una época convulsa en toda España por el auge del sentimiento anticlerical. Antes de su nombramiento había participado activamente en las secciones de Beneficencia y Propaganda de las Congregaciones de Vic, habiendo pasado también por la diócesis de Ibiza.

En julio de 1936, al quedar Lérida bajo el control de la CNT y la FAI, el obispo tomó la decisión de refugiarse en casa de unos amigos. Dos días después, y siendo consciente de los peligros que podría conllevar para esta familia que él estuviera escondido allí, decidió abandonar su refugio y presentarse voluntariamente a una patrulla de milicianos. Quedó detenido hasta el cinco de agosto de 1936, fecha en la que tenía que ser trasladado a Barcelona ‘supuestamente’ para ser juzgado junto a una veintena de seglares. Esa madrugada fueron fusilados en el cementerio de Lérida.






El fraile que fue fusilado dos veces

El beato más joven que murió de la Guerra Civil Española se llamaba José Sánchez Rodríguez y había nacido en un pequeño pueblo de Zamora el 2 de agosto de 1918. Al tomar el hábito de carmelita junto a dos amigos de su pueblo que morirían más adelante con él, asumió el nombre de fray Ángel María. Con un talento “extraordinario” para el latín, tomó el hábito en 1934 en el noviciado de Onda. Fue allí cuando fue apresado junto a toda comunidad nueve días después de empezar el conflicto. Fue trasladado a Madrid junto a varios de sus compañeros y según su causa, sufrió fiebres tan altas que a punto estuvo de ser trasladado a un hospital. Cuentan que él se negó “queriendo correr la misma suerte que sus compañeros”. La noche del 18 de agosto de 1936 le llevaron al paredón en Carabanchel Bajo.

La biografía de Fray Ángel, reconstruida por el Vaticano, cuenta que  consiguió sobrevivir al fusilamiento. Malherido se arrastró entre los cadáveres de sus compañeros hasta la salida del cementerio, donde pidió ayuda a una mujer que circunstancialmente pasaba por allí.  La mujer no le hizo caso y dio cuenta a la Casa del Pueblo. Minutos más tarde, un grupo de milicianos le fusilarían por segunda vez en menos de dos horas. No pudo sobrevivir a esa segunda descarga.


La mártir más anciana de la Guerra Civil

La religiosa Sor Aurora López González tenía 86 años cuando empezó la guerra. Natural de San Lorenzo de El Escorial (Madrid), pertenecía a la congregación de las Siervas de María desde 1874. 

En julio de 1936, la Casa de Pozuelo de Alarcón donde ella se encontraba fue tomada por un grupo de milicianos exaltados. 

Todas las monjas que se encontraban allí tuvieron que dispersarse entre familias conocidas. Durante días intentó pasar desapercibida en Madrid quitándose el hábito hasta que fue localizada en la capital. 

La noche del 6 de diciembre fue fusilada en Aravaca.  






Los dos beatos de la Revolución de 1934

Este proceso de beatificación también afecta a dos religiosos de la congregación de la ‘Misión’ que fueron asesinados  en Oviedo durante la Revolución de Asturias en 1934. Tomás Pallarés y Salustiano González, que ejercían su labor pastoral en el Seminario de la capital del Principado, murieron en el interior de esta institución después de que los revolucionarios tomaran la decisión de volarlo con dinamita ante el acecho del ejército.


Alberto Vargas









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