Retablo de Nuestro Padre Jesús del Silencio
Calle Zaragoza esquina Benjumeda, Cádiz |
El Sábado 16 de noviembre se cumplen años desde que Nuestro Padre Jesús del Silencio en el Desprecio de Herodes comenzara a recibir culto en la ciudad de Córdoba (tras llegar a la ciudad el 25 de septiembre) y Cádiz viera desvanecido por completo uno de sus anhelos de tener una nueva cofradía. Los melancólicos aún recuerdan con nostalgia la imagen del Señor, que se vio inmerso en una serie de conflictos internos propiciados desde el propio estamento religioso, y que lo llevaron a tener que emigrar a la ciudad de los califas. (...)
Los inicios
En los comienzos de la década de los ochenta, un grupo de cofrades gaditanos se organizaron mediante una Junta Pro-Cultos que se establece en la Parroquia de San Lorenzo de nuestra ciudad. En la mente de sus integrantes existe el deseo de crear una nueva cofradía de penitencia para la Semana Santa de Cádiz. Acuerdan adoptar como imagen titular la advocación de Jesús del Silencio ante la humillación del Rey Herodes y para ello encargan al imaginero gaditano de San Roque, Luis Ortega Brú la realización de la talla en 1982.
Una vez llegada la imagen a Cádiz desde el taller de Ortega Brú, el Señor del Silencio comienza a recibir la visita de los fieles en la casa de hermandad que poseía la Asociación de devotos creada al efecto, que se encontraba en la calle Benjumeda. Comienza a extenderse por la feligresa de San Antonio la devoción al Señor, y el por entonces párroco de San Antonio decide ofrecerles a los miembros de la Junta Pro-Cultos del Señor del Silencio la posibilidad de que la imagen se estableciera en la céntrica iglesia. Es entonces cuando se comienzan a iniciar los trámites para la correspondiente bendición de la Imagen del Señor. Tras obtener el permiso por parte de la autoridad eclesiástica, la imagen se bendice y se traslada a la iglesia de San Antonio. Una vez allí, los cofrades del Silencio organizan una serie de cultos, siendo el más multitudinario y siempre recordado por la memoria cofrade de Cádiz, el solemne vía-crucis que tenía lugar cada Viernes de Dolores.
La intrahistoria
Todo parecía ir adoptando el camino necesario para que finalmente la Semana Santa de Cádiz pudiera disfrutar de una nueva cofradía. Sin embargo, en 1987, la historia da un triste vuelco y se suceden episodios que bien podría escribir una novela donde la trama giraría en torno a un sacerdote que no supo entender los beneficios catequéticos que la devoción a Jesús del Silencio aportaba a los feligreses de San Antonio. Se produce un cambio de párroco en San Antonio, llega el sacerdote Enrique Arroyo y desde un primer momento los sueños de los cofrades del Silencio se derrumban. Se detiene el expediente de reorganización de la cofradía de gloria de la Virgen del Patrocinio, la cual sería germen de la futura hermandad de penitencia de Nuestro Padre Jesús del Silencio. El párroco exigía que los devotos del Silencio donaran la imagen del Señor a la parroquia.
Seguidamente, desde las altas esferas de la iglesia gaditana, se toman decisiones al respecto. Por parte del por entonces Obispo, Monseñor Dorado Soto, mediante decreto, se establece que no se podrá realizar actos de vía-crucis en el exterior de los templos, a no ser que fuese con imágenes de crucificados. Era una decisión que, sin lugar dudas, pretendía herir en el corazón de los devotos del Señor, ya que el acto más esperado cada año era el tradicional vía-crucis del Viernes de Dolores.
A este decreto se le une otro en el cual se hace saber la prohibición de crear nuevas hermandades y cofradías en la diócesis de Cádiz y Ceuta. El párroco, al ver que sus intentos por conseguir que la Junta Pro-Cultos cediera su postura de ceder la imagen, da una última oportunidad, amenazando a los devotos del Señor con expulsar la imagen de la iglesia de San Antonio. Lo que para muchos devotos, lo único importante era poder rendir culto a Nuestro Padre Jesús del Silencio en Cádiz, para la autoridad eclesiástica era visto como una corriente devocional rejuvenecedora con la que había que acabar.
Su traslado a Córdoba
En pleno debate sobre qué hacer con la Imagen del Señor, el sacerdote capuchino Fray Ricardo de Córdoba, que por entonces se encontraba en nuestra ciudad predicando los Cultos de la Orden Servita, se hace eco de los acontecimientos y decide poner en contacto a la Junta Pro-Cultos del Señor del Silencio con la Junta de Gobierno de la Hermandad del Amor de Córdoba. El acercamiento entre ambos grupos se lleva a cabo durante el mes de septiembre del año 1991. El por entonces hermano mayor de la Hermandad del Amor, Joaquín Santiago Fenoy y el Presidente de la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Córdoba, Juan B. Villalba, hicieron posible, con el visto bueno de los obispos de Córdoba y Cádiz y de Silverio Sotomayor, cofrade gaditano, que la imagen pudiera encontrar, por fin, una sede donde poder rendirle culto. El futuro del Señor del Silencio, parecía estar fuera de nuestras fronteras. Podemos decir literalmente que fue expulsada de Cádiz. El 25 de septiembre la imagen es trasladada a Córdoba, y a la espera de resolverse el expediente de acogida por parte del entonces Obispo, Monseñor Infante Florido, es depositada temporalmente en la sede de la Agrupación de Cofradías, hasta que el día 16 de noviembre de 1991, el Señor del Silencio es trasladado en vía-crucis a su nueva sede canónica, la Parroquia de Jesús Divino Obrero. Ya en la Semana Santa del año 1992, Nuestro Padre participa en los desfiles procesionales cordobeses siendo acompañado desde entonces por muchos gaditanos que se desplazan en la jornada del Domingo de Ramos hasta la ciudad de los califas. Tan sólo dos años después de la llegada de la preciosa imagen del Silencio en el Desprecio de Herodes a Córdoba, la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Córdoba la designó para presidir el vía-crucis de la Agrupación, durante la Cuaresma de 1994.
Desde entonces y en la actualidad, Jesús del Silencio pertenece a la Real Hermandad y Cofradía del Santísimo Cristo del Amor, Nuestro Padre Jesús del Silencio en el Desprecio de Herodes y María Santísima de la Encarnación. Cuenta con más 800 hermanos. La imagen muestra a Cristo de pie y maniatado, el rostro inclinado hacia la izquierda, transmitiendo sensación de abatimiento y humillación, representando el pasaje evangélico en el que Jesús ante Herodes es custodiado por un sayón que le golpea, mientras observan la escena dos sanedritas, un romano, un escriba y un esclavo. Procesiona sobre un paso de estilo neobarroco en sus respiraderos, dorado e iluminado por candelabros de guardabrisas. El canasto, de rocalla, es del siglo XVII, restaurado por Guzmán Bejarano, autor de los respiraderos y los candelabros, que tienen dorado de Manuel Calvo. Es portado por 45 costaleros.
Hasta aquí este reportaje en el que hemos querido ofrecerle, sobre todo a los más jóvenes, uno de los episodios más misteriosos de la Semana Santa gaditana. Pasan los años y aún hay quienes recuerdan con dolor los episodios polémicos vividos con motivos de la actitud del párroco Enrique Arroyo. Quizás en aquellos tiempos faltó tener un poco de conciencia cristiana, actuando en consecuencia con el impacto devocional que tuvo el Señor del Silencio en San Antonio. Su actitud autócrata valió, previo consentimiento de la autoridad eclesiástica, para que la ciudad de Cádiz perdiera dicha talla. Hoy en día, a los devotos de Jesús del Silencio, tan solo les queda rezar ante el espectacular mosaico que en la calle Benjumea recuerda para siempre la devoción del Señor del Silencio en nuestra ciudad.
Retablo de Nuestro Padre Jesús del Silencio Compás de San Francisco, Córdoba |