Fin de año que se aproxima y, por tanto,
hora de hacer balance de lo acontecido en el ámbito de las Cofradías en estos
362 días. Trescientos sesenta y dos dado que no tenemos artilugio alguno que
nos permita predecir el futuro (lo de la Lotería de Navidad de la semana pasada
no tiene mérito, créanme) y, tal y como están las cosas, no vamos a ser tan
presuntuosos de pensar que del 29 al 31 no vaya a pasar nada que no sea digno
de reseñar ni de valorar. Ahí tienen el traslado de las Angustias a únicamente
10 días de dar por finalizado el año.
Dejemos lo mejor para el final, de modo que
nos despidamos con buen sabor de boca. Abordemos, por tanto, lo negativo. De
2013, nos atrevemos a suspender a:
1.
Las borrascas de Semana
Santa. Ya da igual lo alta o baja que caiga la Semana Mayor, ahí apareció por
tercer año consecutivo esa maldita inestabilidad, que tan solamente permitió
disfrutar plenamente del Jueves Santo. El Domingo de Ramos fue la única jornada
que, exceptuando la anteriormente citada, se libró con mejores resultados. No
obstante la lluvia obligó al Rescatado a regresar a su templo en el entorno de
San Agustín y la Esperanza, finalizada Carrera Oficial, se refugió en el
Instituto Góngora para volver a San Andrés, acortando notablemente su recorrido
por Alfonso XIII.
2.
La imprudencia de las Juntas
de Gobierno de las dos hermandades del Martes Santo que se atrevieron a poner
sus cortejos en la calle. Ante la incertidumbre de las previsiones
meteorológicas, lo valiente no es liarse la manta a la cabeza y ponerse en la
calle. Y permítanme añadir que carece totalmente de sentido el recrearse
sorteando cables alegremente por la calle Alfaros después de haber decidido no
hacer Carrera Oficial y poner rumbo al barrio de la Hermandad. Sobre todo
porque luego ocurre lo que ocurre y la imagen anterior contrasta con la que
acaba dando la Hermandad en un polígono industrial buscando cobijo en cualquier
nave, con su paso guarecido por los plásticos bajo un terrible aguacero.
3.
La organización del Vía
Crucis Magno en la calle. Aquí el cate se reparte entre cuerpos de seguridad
local y nacional, la inexistente actuación de protección civil (a la que nadie
fue capaz de ver) y, por supuesto, a la Agrupación. Pero sobre todo a esta
última. Y es que, a pesar de lo que ocurrió en los accesos al itinerario común
y la catástrofe que estuvo a punto de generar la irresponsable decisión de
hacer confluir a todas las Cofradías en el punto de cruce de cuatro calles
distintas para iniciar aquel sin dejar ninguna libre, aquí NADIE DE LA
AGRUPACIÓN HA TENIDO LA VALENTÍA DE RESPONSABILIZARSE DE NADA. Lo siento pero no
basta decir que el Subdelegado de Gobierno hizo mal su tarea, señores de la
Agrupación.
4.
La obra social. A todas luces
insuficiente. Es verdad que en las fechas navideñas se han acometido proyectos
notables: recogidas de alimentos, recogidas de mantas, conciertos solidarios,
etc. Pero siempre da la impresión de que las Hermandades podrían hacer mucho
más de lo que hacen.
5.
La postración que atraviesan
las Hermandades de Gloria de la ciudad (con valiosas excepciones). No es de
recibo que una de las Imágenes de más devoción de la ciudad, coronada
canónicamente, como la Virgen del Socorro, tengan que atravesar cada año un
sinfín de dificultades para ponerse en la calle.
Por otra parte, consideramos de justicias
aprobar, con nota, a:
1.
La madurez de la mayoría de
las Hermandades para tomar decisiones difíciles: decir no es lo que es de
valientes. Sobre todo a los que llevan 3 años sin salir. Por ello vaya desde
aquí un especial reconocimiento a las Cofradías del Viernes Santo.
2.
La mejoría, en términos
generales, de los altares de cultos de las Cofradías. Ahora ya solo queda
concienciar a los hermanos de la importancia de su asistencia a los mismos.
3.
La valentía de la Agrupación
para organizar un Vía Crucis Magno. Mereció la pena coger el toro por los
cuernos tras los dos intentos frustrados en los últimos 13 años, Córdoba
disfrutó de su Magna y puso en valor nuestra Semana Santa. Y sí, en el panorama
cofrade hay vida más allá de Sevilla. Ahora es cuestión de creérselo y
concienciarse de que Córdoba tiene mucho digno de envidiar.
4.
La demostración de que es
posible vivir sin penitentes tras los pasos. Ha habido siempre complejos a la
hora de impedir el acceso de penitentes descubiertos tras Imágenes de gran
devoción. Pues bien: en el Vía Crucis Magno, pasos como el del Cristo del Amor
y el de Jesús Rescatado caminaron sin ningún penitente detrás porque se impidió
el acceso de los mismos al itinerario común. Y no pasó nada. Por favor, que se
haga igual en la Carrera Oficial de la próxima Semana Santa. Y el que quiera
acompañar a sus amados Titulares… Papeleta de Sitio y capirote, por favor.
5.
Matrícula de Honor a dos
Hermandades de Gloria. Por méritos propios a la Archicofradía del Carmen de San
Cayetano y a la Hermandad del Rocío. La primera es referencia de buen hacer
desde su refundación hasta el día de hoy. Tomen nota muchas Cofradías de
Penitencia de cómo se hacen las cosas, de cómo los proyectos se empiezan y se
acaban, de cómo se llena una iglesia cada sábado y cada día de cultos. Al
Rocío, nuestra enhorabuena por la organización del Rocío de la Fe, otro acto
más que contribuyó a poner a Córdoba en el mapa.
Reflexionen los suspensos. Incrementen sus
esfuerzos los aprobados. Tenemos un ilusionante 2014 por delante.
Marcos Fernán Caballero
Recordatorio Candelabro de Cola