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viernes, 27 de diciembre de 2013

Pedro Manzano: "No creo que sea necesario ser imaginero para restaurar"

El restaurador Pedro Enrique Manzano Beltrán se ha convertido por méritos propios en un auténtico médico de las imágenes titulares de las cofradías de muchos lugares de la geografía española, aunque en Sevilla tiene más trabajo referenciado.

Natural de la localidad gaditana de San Fernando es Licenciado en Bellas Artes, en la especialidad de conservación y restauración de obras de arte por la Universidad de Sevilla en el año 1.984. Inicia su trayectoria profesional en 1.987. Desde el año 1989 a 1993 trabajó en el equipo de restauradores del Museo de Bellas Artes de Sevilla. Entre los años 1.992 a 2.001, ocupó el cargo de director técnico de la empresa para la conservación y restauración de obras de arte "Serbal, S.L.". En la actualidad tiene taller propio en la trianera calle Pureza, además de pertenecer al Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico en el que desempeña desde el año 1.996 las labores de restaurador de escultura policroma en el taller de escultura del departamento de tratamiento del centro de intervención del mencionado instituto.

Recientemente ha concluido una intervención sobre la Virgen de la Salud de San Gonzalo y en su taller tiene imágenes como el crucificado de la Fundación de los Negritos o la dolorosa de la Hiniesta. Es la entrevista que acontinuación se publica se puede entender mucho más el mundo de la restauración alrededor de las cofradías.

¿Cómo valora el estado actual de la restauración en las cofradías?

 Las personas que conforman las Hermandades y Cofradías hoy día son sabedoras del importante legado artístico y cultual que han recibido y que su conservación y salvaguarda es necesaria para las generaciones futuras, por ello cada vez se preocupan más para que el estado de conservación del mismo sea el idóneo y para ello vienen contando con los restauradores, cuya formación académica les faculta para ser los mejores garantes de la buena conservación de dicho patrimonio.

La conservación y restauración no está de moda, como piensan algunos, sino que es una laguna que existía en las Hermandades y Cofradías. La figura del conservador/restaurador es tan necesaria en una Hermandad como cualquier otro  profesional que hace posible que sigamos conmoviéndonos y disfrutando de la espectacularidad que se nos ofrece a los sentidos, alentando y fortaleciendo nuestra fe en Dios. 

¿Existe mucho intrusismo en su profesión?

Afortunadamente cada vez menos, pero aún podemos encontrar casos aislados, no obstante cada vez se está tomando más conciencia de que una intervención de restauración ha de ser abordada por un técnico en conservación y restauración debidamente facultado por una formación académica especializada.

¿Es lógico que un imaginero pueda restaurar una imagen? ¿Qué opina de la figura de restaurador-imaginero?

Cuando no existían personas cualificadas para desarrollar esta disciplina era lógico, las esculturas eran “restauradas” por escultores al igual que las pinturas eran “restauradas” por pintores. La necesidad de conservar el patrimonio histórico artístico desde una perspectiva científica y metodológica en donde priman unos criterios de actuación que velan por respetar la singularidad de las obras mediante un profesional formado para ello acabó con esas prácticas. Para el buen restaurador no tienen sentido actuaciones que conlleven la transformación, ni la mejora, ni cambio alguno, etc, tan solo identificar las alteraciones, establecer unas pautas de tratamiento, bien conservativas o restauradoras, llevarlas a término y realizar un seguimiento en el tiempo del tratamiento aplicado.

Hoy día no se puede entender una intervención de restauración si no es desde una perspectiva interdisciplinar, en donde tienen cabida profesionales de diversos campos científicos y técnicos, al servicio de un objetivo único: la conservación de la obra de arte bajo la dirección del restaurador, que es el encargado de determinar qué profesional necesita de apoyo en cada fase del proyecto de conservación. Si se tienen conocimientos como imaginero siendo restaurador perfecto, pero no creo que sea necesario ser imaginero para restaurar.

¿Crees usted que las hermandades están tomando conciencia del mantenimiento de sus titulares?

No solo lo creo, sino que además lo afirmo. Personalmente llevo varios años realizando este tipo de actuaciones que cada vez son más demandadas. Contar con un profesional de la conservación y restauración que lleve a cabo este tipo de actuaciones supone una gran tranquilidad para la Junta de Gobierno. 

¿Un seguimiento periódico de imágenes podría acabar con las grandes intervenciones?

Al menos serían menos frecuentes. En este sentido me gustaría comentar que cuando se estudia la historia material de las imágenes encontramos intervenciones que no están documentadas, y que  nadie tenía noticias de que se habían realizado,  han sido actuaciones de las denominadas “ a puerta cerrada” y, como usted denomina: las grandes intervenciones, se producían muy espaciadas en el tiempo. Hoy día nos alarmamos cuando oímos que nuevamente se va a intervenir sobre una determinada imagen devocional,  y nos hace sospechar que la última intervención no debió hacerse correctamente para que en tan corto espacio de tiempo, sea necesario volver a intervenir una imagen. Esto no es así; cuando no existían ni las redes sociales a través de internet ni tanto aficionado a la fotografía, ni páginas web dedicadas a las cofradías era muy complicado saber que se hacía en una Hermandad, hoy día ya es casi imposible ocultar una intervención sobre una imagen devocional y creo que es positivo que así sea, ya que se evitan actuaciones inadecuadas realizadas con prisas, algo nada recomendable para la conservación de las imágenes.

Las actuaciones puntuales sobre muestras imágenes devocionales son necesarias ya que están sometidas a muchos factores de deterioro por su condición de imagen cultual. Más alarmante seria que una imagen religiosa depositada en un museo, en donde no están sometidas al “estrés” continuo de una devoción, tuviera que ser intervenida con la misma frecuencia.

Por consiguiente, debemos concienciarnos que la mejor forma de mantener en perfecto estado nuestro patrimonio devocional es mediante un control y seguimiento de su estado de conservación, efectuando las actuaciones que la propia imagen necesite en cada momento.

¿Es complicado el mundo de las cofradías para un restaurador?

Es complicado cuando no conjugas bien la intervención de restauración con la fuerte carga devocional de la imagen, cuando disocias el binomio imagen como objeto histórico artístico de la imagen devocional. Hemos de tener presente que una escultura religiosa es en primera instancia una imagen creada para mover a la devoción a través de los sentidos y una vez que alcanza este nivel, la materialidad que la conforma queda supeditada a ese fin, por ello, lo difícil de este trabajo es dar una solución válida desde la perspectiva de la conservación y restauración tal como la concebimos hoy día sin interferir en su conexión con el devoto.

Por otra parte las cofradías suelen estar conformadas por personas de diferente condición social y cultural que en algunos casos no llegan a entender muy bien nuestro trabajo, sobre todo cuando, con el tratamiento que has aplicado sienten que  has roto el vínculo que les unía, ya que su forma de entender una restauración queda muy alejada de lo que realmente es.

¿Por qué motivo existen tallas centenarias con pocas restauraciones y otras de lustro con varias?

En origen los gremios velaban porque sus agremiados realizaran un trabajo de excelencia, ya que ello redundaba en el prestigio de dicho gremio, venían a realizar lo que hoy conocemos como el control de calidad de la producción, velaban por que las maderas utilizadas tuvieran el tiempo de secado necesario, realizado de forma natural y que los oficios afines al escultor ensamblaran las piezas de madera de forma correcta, con materiales de primera calidad, en donde primaba el tiempo necesario para su correcta ejecución sobre el coste económico. Con el paso de los siglos y las transformaciones de la sociedad, tanto económicas como políticas, los gremios fueron perdiendo importancia hasta desparecer y la calidad del producto final pasó a estar en función del tiempo y el coste económico de la misma. Esto produjo que el oficio de imaginero y afines fuesen perdiendo valor.

La imaginería contemporánea es hereditaria de todas las mermas por las que ha ido pasando a lo largo de su historia, las circunstancias sociales que se han vivido durante el siglo XIX y gran parte del XX  no han contribuido a la recuperación de las técnicas constructivas antiguas que tan buenos resultados han dado, ya que aún podemos disfrutar estética y espiritualmente de magnificas obras de la imaginería de los siglos XV al XVIII, por ejemplo.

La calidad en la ejecución de una imagen, así como de los materiales utilizados, redunda en su buena conservación. Desafortunadamente esto no ocurre en la imaginería devocional de posguerra,  en donde la escasez de materiales, medios y profesionales nos han legado obras de muy buena calidad artística y devocional pero cuya construcción dista mucho del buen hacer de antaño y esto hace que deban ser intervenidas con mayor frecuencia que las de siglos anteriores.

¿El clima de la ciudad es complicado para las imágenes? ¿Reciben culto en lugares apropiados para su buena conservación?

El clima y los lugares de culto son los que tenemos y contra esto no podemos hacer gran cosa, lo que si podemos hacer es no exponer las imágenes a las adversidades climatológicas innecesariamente e intentar que los lugares de culto cumplan unos requisitos mínimos de seguridad y estabilidad climática para no potenciar los factores de deterioro. 

¿Cuál ha sido la restauración más laboriosa que ha llevado a cabo? 

Sin lugar a dudas la realizada a la imagen de mi querida y admirada Hermandad del Santísimo Cristo de la Exaltación, ya que el descubrimiento de un intenso ataque de hongos de pudrición parda muy extendido en el interior de la imagen durante el proceso de restauración me obligo a redefinir el proyecto de intervención aprobado por la Hermandad, teniendo que terminar el trabajo en dos fases: la primera dentro del plazo de tiempo programado,  sin intervenir sobre el problema detectado y una vez pasada la Semana Santa, retomar el trabajo para acceder al interior de la misma y dar solución al mismo. Afortunadamente las condiciones en las que se encontraba la talla permitían su salida procesional.
















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