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jueves, 13 de febrero de 2014

Colapso en la Madrugada de 1966


Suena a título de película de Stalone o Schwarzenegger, pero ocurrió realmente... y puede volver a repetirse en Sevilla. En la Madrugada del Viernes Santo de 1966, el Centro quedó completamente bloqueado por nazarenos. Aquel año, la pescadilla se mordió la cola y precipitó un cambio de itinerarios que perjudicó sobre todo a una hermandad, y que ha seguido haciéndolo durante casi medio siglo. 

La Madrugada siempre ha sido el día más problemático de la Semana Santa: la jornada con más nazarenos, con más público en las calles y en el que, durante unas horas, todas las cofradías se mueven en un radio de 2 kilómetros alrededor de la Carrera Oficial. En 1966, se dieron todos los ingredientes para que todo se desbordara. 

Hasta aquel año, la hermandad de Los Gitanos llegaba a la Plaza del Duque por la Alameda y Trajano, lo que suponía una vuelta para la cofradía que salía entonces de San Román. En 1966, Los Gitanos modificaron el recorrido de ida para pasar por delante del palacio de las Dueñas y por el convento de las Hermanas de la Cruz, discurriendo por el itinerario actual de Laraña, Orfila y Javier Lasso de la Vega. 


El problema era que, a esa hora, por esas mismas calles regresaban El Silencio, el Gran Poder y, detrás, la Macarena. Lo que ocurrió fue que, al tener preferencia la cofradía de Los Gitanos por ir camino a la Catedral, este hecho hizo que el resto de las cofradías del día quedaran bloqueadas durante una hora, a pie parado. El colapso estaba servido. 

Eso no sólo perjudicó al cuerpo de nazarenos, sino que supuso un enorme problema de seguridad al quedar taponadas todas las zonas anexas a la Carrera Oficial: Silencio y Gran Poder en el eje Cuna-Salvador-Francos; la Macarena metida en Carrera Oficial junto con el Calvario; la Esperanza de Triana entrando en la Campana y, además, Los Gitanos también soportó ese parón al no poder avanzar por la pescadilla perfecta que se había formado. 

Tanto fue el retraso acumulado que, por ejemplo, el Gran Poder, que tenía prevista su entrada a las 7:30 de la mañana, lo hizo a las 9:00, una hora y media más tarde. Como consecuencia de esto, la hermandad de San Lorenzo decidió en cabildo general extraordinario cambiar el itinerario de regreso, estableciendo el actual. Se pasó del colapso al rodeo. 

Así, a priori, el día podría ir más fluido al tirar el Gran Poder al salir de la Catedral por el Postigo, Arfe, Castelar, Molviedro, Zaragoza, Gravina, Pedro del Toro, Plaza del Museo, San Vicente, Virgen de los Buenos Libros hasta llegar a la Gavidia y Cardenal Spínola. 

No se solucionó el problema

 «Se pensaba que, con éste, que ineludiblemente presentaba un gran sacrificio para la hermandad, el problema de la Madrugada quedaría resuelto pero, desgraciadamente, no ha sido así. La hermandad del Gran Poder dejó, dando muestra de buena voluntad, aquel camino de las calles del Centro, lleno de sabor cofrade, por ese otro, que además de más largo, en alguno de sus tramos es frío, desconsolador y al que no acaba de acostumbrarse. Pero pese a ese sacrificio, poco se ha resuelto (…) La renuncia hecha y la buena voluntad demostrada por la hermandad del Gran Poder, no sólo no ha tenido la correspondencia que en pro de la Madrugada se pensó, sino que incluso en algún punto de su regreso tienen aún que sufrir la incomodidad del parón». Así lo resumió Rafael Duque en las actas de la hermandad. Y es que este cofrade dio en la clave de la situación que lleva enquistada desde hace 48 años, y que va a peor.

El propio hermano mayor, Félix Ríos, ya lo advirtió recientemente en una entrevista concedida a Pasión en Sevilla, en la que afirmaba que hay riesgo de que vuelva a ocurrir ese colapso en la actualidad. Las claves del problema están en el incremento del número de nazarenos y en el incumplimiento de los horarios, que cada vez se hace más difícil ya que una cosa retroalimenta a la otra. 

Ahora, el Gran Poder, con un cortejo de más de 2.500 nazarenos tiene que esperar a que cruce la Esperanza de Triana hasta San Pablo, para poder cruzar de Zaragoza a Gravina. El esfuerzo que hace la Esperanza de Triana, que se comprime hasta la extenuación metiendo más de 2.000 nazarenos entre San Pablo y Velázquez, es enorme. Esta hermandad tiene que esperar, a su vez, que entre la Macarena (un cortejo de más de 3.000 personas) en Campana y que después lo haga el Calvario. Pero es que, además, el Silencio tiene que esperar a que suceda esto para poder cruzar de Cuna a Orfila. En ese momento, los Gitanos tienen que esperar también a que esto suceda. Por último, la propia hermandad de la Macarena tiene que esperar a que los Gitanos terminen de pasar los Gitanos por Laraña para poder tirar hacia la Encarnación. Es el «nuevo» colapso del siglo XXI. 

Se han planteado hasta diez posibilidades para solucionar la Madrugada: que los Gitanos vuelvan a la Alameda y que el Gran Poder pueda regresar por Cuna y no dar el rodeo del Arenal; o, también, que la Macarena vaya por la Alfalfa, algo que la hermandad no quiere ni oír hablar. Tanto es así, que después de varias reuniones no se ha llegado a ningún acuerdo para este año. La primera solución pasa porque las seis hermandades cedan algún ápice sus posturas. Pero, ¿hasta dónde están dispuesto a hacerlo? 












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