Blas Jesús Muñoz. Bien podrían adelantarse a la Cuaresma, aunque lo que queda claro es que Córdoba y sus cofradías los tienen delante de la mesa o de las narices de sus hermandades y, de acometerlos o no, delimitarán el futuro inmediato y, a largo plazo, en que evolucionen las distintas corporaciones.
1.- El primero, por evidente y dilatado en el tiempo, no deja de ser imprescindible. Las cofradías de penitencia deben dar el impulso definitivo o echar al arcén de lo que pudo ser y no fue el asunto de la Carrera Oficial. No hablamos ya de Catedral que se antoja una palabra demasiado grande para cofrades y demás actores implicados. Pero, de no hacerlo, ¿seguiremos conformándonos con un itinerario en que la reverencia parezca hacerse a un insigne militar de nuestra historia?
2.- El segundo de los retos se antoja tan o más importante que el primero. Ser capaces de llevar la acción caritativa más allá de unas fechas dictadas por el calendario y, mejor aun, llevarla a facetas que superen las meras recogidas de alimentos por los más jóvenes de nuestras hermandades, ha de ser una directriz, un objetivo y una directriz programática de todas nuestras corporaciones.
3.- Convertir a las hermandades en una especie de mercado futbolístico a cuenta de capataces, bandas, etc., no parece ni mucho menos el mejor mensaje que enviar al exterior. Sin embargo, se hace mucho más preocupante el mensaje interno. La normalidad con que empiezan a verse determinado tipo de actuaciones nos debería instar a pensar en el futuro que estamos legando, desde ya, a nuestros cofrades. Un horizonte marcado por una especie de sucedáneo mercantilista.
4.- La efervescencia de salidas extraordinarias está devaluando, a un ritmo que galopa entre la velocidad y el frenesí, uno de los valores más intrínsecos de las cofradías, que no es otro que la expectativa de verlas en la calle. Vídeos, reportajes gráficos o información a granel consiguen hacer que el detalle se pierda o, directamente, no exista. En poco tiempo, lo extraordinario será que una cofradía se quede en su casa, y las imágenes en su capilla, en la celebración del 17 Aniversario de, por ejemplo, la primera que el vestidor X se puso frente a la Virgen.
5.- El último, y no menos importante de los retos, se centra en la autofinanciación de las cofradías. La subvenciones están muy bien y reintegran una minúscula parte de lo que las hermandades aportan a la ciudad. En eso estamos de acuerdo. Lo que no parece tan claro es la línea de independencia que las susodichas dejan como margen a nuestras corporaciones. Además, así me lo confesaba hace poco un hermano mayor, se ha llegado a tal punto que existen cofradías que, de no ser por la subvención, no llegarían a cubrir sus gastos corrientes. Tal vez, haya llegado el momento de dar un paso al frente y que, cada cual, afronte su futuro sin ataduras ni servidumbres.