Los acordes de la marcha ‘Semana Santa en Granada’, de Miguel Sánchez Ruzafa abrían el acto del Pregón, como es costumbre desde hace unos años. El propio alcalde de la ciudad, José Torres Hurtado, daba la bienvenida a todos los asistentes, asegurando que “vamos a asistir al arranque directo para la Semana de Pasión tan fantástica que tenemos en Granada”. Afirmó que, desde el Ayuntamiento, se trabaja ya porque los días de Semana Santa se desarrollen de forma brillante. El alcalde felicitó a los cofrades por su “pasión” en hacer posible la Semana Santa “que va a ser este año de una brillantez casi, casi igual que la brillantez que va a tener el Pregonero”.
El acto estuvo presidido por el vicario Blas Gordo, ya que arzobispo de Granada se encuentra estos días en Roma en la Visita Ad Limina con el Papa Francisco. Junto a él el alcalde de la ciudad, José Torres Hurtado, el subdelegado del Gobierno, Santiago Pérez, el Presidente de la Federación de Cofradías, Antonio Martín y el teniente General Jefe de MADOC y el concejal de Cultura, Juan García Montero.
El encargado de presentar al Pregonero fue, precisamente, el edil de Cultura Juan García Montero, quien destacó la amistad que, desde hace ya muchos años, lo une con Jesús Juan López-Guadalupe. “Una vida compartida por el amor al arte, la cultura, la música y las cofradías”, señalaba el edil en la presentación del pregonero, quien destacó su amplio currículo académico y profesional, sin olvidar aspectos de la vida personal y familiar del pregonero. Otros aspectos relacionados con la vida cofrade de Jesús Juan también fueron repasados en la presentación.
Con recuerdos de su infancia empezaba el Pregonero la lectura de su texto, acordándose de su niñez junto a su madre y al Cristo de la Expiración, entonces sin hacer estación de penitencia al no salir la cofradía. “En post de tu imagen he vivido y quiero seguir viviendo” le decía a Cristo en sus primeras palabras el pregonero, quien destacó que “la nuestra es una historia de Fe, nuestras cofradías son una llamada y una vocación”. “No debemos perder nuestra identidad, ni en su presencia publica”, aseguraba en sus primeras frases.
En su alocución no faltaron referencias históricas sobre el devenir de las cofradías a lo largo de los siglos, ni referencias al trabajo de los escultores e imagineros, afirmando que “Dios no quiso quedar escondido y se hizo visible a escala humana”, donde los artistas convirtieron el dolor en belleza, recordando en este punto las distintas plasmaciones de los momentos de la Pasión, Muerte y Resurrección en las hermandades, así como las distintas advocaciones que en las cofradías se le da a la Virgen. “Ella es la misionera que se acerca a nosotros para acompañarnos en la vida”, dijo de María el pregonero, quien se imaginó, incluso, como debió ser el proceso creativo de algunas imágenes por parte de los imagineros, como el caso de la Virgen de la Esperanza por Risueño (entonces llamada de las Tres Necesidades), para la que pidió su Coronación Canónica. También para la Virgen de los Remedios tuvo bellas palabras, vinculándola a la actividad estudiantil de la ciudad y a los alumnos universitarios, a los que invitó acercarse a Ella.
A lo largo del texto no faltaron referencias al Economato Social y a la caridad que deben tener los cofrades, narrando imágenes cotidianas de la solidaridad ciudadana y haciendo una petición para que los cofrades “pisemos el suelo aunque esté helado”. Al igual que pidió por el incremento de la caridad, también el pregonero destacó la necesidad del rezo.
En sus palabras se acordó de la familia, señalando la necesidad de “cuidarla, defenderla y sostenerla” desde las hermandades “donde todos tengan cabida”, e hizo un llamamiento concreto para que vuelvan a la vida activa de las cofradías “a los que no están aquí hoy, a los desencatados”, a los que les pidió “dar un paso adelante y acercarse a esa hermandad que nunca te pierdes”, haciendo también una petición para que todos vistan el hábito nazareno y participen en la estación de penitencia.
No faltaron en su alocución anécdotas personales, como las visitas que hace junto a su padre a las parroquias para analizar las imágenes de Cristo y de la Virgen, sus ensayos costaleros o bellas descripciones como las que hizo de lo que es un paso de palio o el trabajo de los costaleros. “Ser costalero no es solo un esfuerzo físico ni una competición deportivo. Quien ha sentido la mordedura de la trabajadera sobre el hombro o la cerviz, ha sentido la dura prueba del amor a Cristo y a María”, dijo. Refiriéndose al mundo de la gente de abajo, quiso recordar algunos momentos, como los ensayos con la cuadrilla de los Escolapios o la salida procesional del Cristo de San Agustín, cuando el Crucificado se hunde en el calvario del paso. “Ser costalero es aprender a andar por segunda vez”, afirmó.
La ciudad de Granada también estuvo muy presente en su texto, especialmente al referirse al escenario urbano de la celebración. “La nuestra es una Semana Santa de plazas”, calificó el pregonero a la ciudad, a la par que recorría escenarios urbanos para las cofradías “escenarios privilegiados y emocionantes de nuestra Semana Santa”, desde los barrios tradicionales a los nuevos. Pero también se refirió a “otros escenarios más íntimos”, en alusión a los conventos y monasterios vinculados a las hermandades.
Una a una, fue recordando con breves palabras cada una de las hermandades a través de las distintas advocaciones y pasajes evangélicos que se recogen en sus pasos, dedicando los últimos momentos de su texto al camino a la gloria y el recibimiento del Padre. "Pregonar a Cristo en nuestras vidas y en nuestras cofradías y de ahí, a la Gloria”, fueron las palabras con las que cerró su intervención.
Virgen del Valle, Plegaria a la Virgen de las Maravillas y Pasan los Campanilleros, fueron otras marchas interpretadas en el acto, todas ellas vinculadas, de alguna u otra manera, con el Pregonero. Tras el Pregón, el vicario de la diócesis dirigió a los asistentes unas palabras en nombre del arzobispo.
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