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lunes, 10 de marzo de 2014

La Saeta sube al Cielo: A las Benditas Ánimas del Purgatorio


Esta semana me encantaría contarles una vivencia muy especial. Es algo diferente a lo que estoy acostumbrada a escribir en el blog, no tiene nada que ver con las hermandades de toda la vida, ni con la semana santa, pero si con la devoción.

Se trata de una tradicional celebración de carácter religioso que se produce todos los martes de carnaval en Torrenueva, el pueblo de mi madre, y que, aún con la emoción en el cuerpo de haberla vivido hace pocos días, me siento en el deber de dar a conocer y compartirla con todos ustedes.

Esta arraigada celebración recoge sus primeros datos en el siglo XVI, cuando un grupo de vecinos de la villa funda la Cofradía de las Benditas Ánimas del Purgatorio, y que, con la evolución histórica, llega a nuestros días lo que se conoce popularmente como “La Borricá”.


En este día tan emotivo, los torreveños dejan a un lado los disfraces y la juerga propia de los días anteriores y preparan las monturas de sus caballos para rendirle culto a las Benditas Ánimas del Purgatorio. 

Todo comienza con una promesa que realiza aquel que implora a las benditas ánimas y en agradecimiento se ofrece a sacar por las calles del pueblo la bandera de la cofradía (de fondo negro en la que aparece una calavera con dos huesos en cruz de color amarillo) durante todo el día para que el resto de los devotos puedan rezar por las almas de los que ya no están. Lo particular de esta única y genuina celebración es que la ofrenda se realiza a caballo. 


Antiguamente los jinetes montaban en burros y en mulas (de ahí su llamativo nombre), pero con el paso del tiempo y debido al peligro de extinción de esta raza, el culto ha evolucionado a lo que podemos ver en la actualidad.

Es verdaderamente emotivo el momento en el que todos los jinetes, todos los torreveños y todos los visitantes, que repiten año tras año esta inolvidable vivencia, se reúnen en torno al pórtico de la iglesia para rezar el responso en un ambiente del más absoluto silencio mientras las campanas tocan a difunto.

Puede que contado de esta forma no sea capaz de transmitir lo realmente emocionante y precioso que es vivir ese día allí, pero yo, torreveña de adopción, les invito a que se pasen un año a vivir esta experiencia tan atípica. 

Estela García Núñez










Recordatorio La Saeta sube al Cielo





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