El arzobispo castrense, nombrado
recientemente nuevo miembro del comité ejecutivo de la Conferencia Episcopal,
anima a defender los valores cristianos en el ámbito académico.
Tercer domingo de cuaresma.
Liturgia de chaquetas y corbatas. Cordones morados al cuello. En la recoleta
capilla universitaria es complicado encontrar asiento si no se ha llegado con
más de media hora de antelación. La lonja del Rectorado sirve de improvisado
aparcamiento de carros de bebés donde hasta se llegan a cambiar pañales.
Familias que acuden unidas a la función principal de los Estudiantes. Padres,
hijos y hasta nietos en esta mañana de temperatura justa. Ni frío ni calor.
Lo que sí proporcionó calor, y
del bueno, fue escuchar la homilía del arzobispo castrense, monseñor Juan del
Río, elegido recientemente miembro del comité ejecutivo de la Conferencia
Episcopal Española. Monseñor Del Río no es arzobispo de sermones leídos al
dictado ni de mirada fija en páginas escritas. Lo suyo es hablar sin guión
redactado que, la mayoría de las veces, es la mejor manera de captar la
atención de los asistentes y de hacerles llegar de forma más directa el
mensaje. Ayer, como suele ser habitual en sus homilías, no se anduvo con
rodeos. Conoce a la perfección la hermandad de la que oficiaba la función
principal, por lo que apuntó directo: "La Universidad no puede estar
cerrada a la fe".
Monseñor Del Río hacía esta
declaración después de asegurar que la gran pregunta de la sociedad actual es
"saber dónde está Dios" y que dicha cuestión ha de planteársela en el
ámbito académico. "Un buen universitario debe preguntarse si existe Dios y
si en la fe puede encontrarse la fuente de la existencia pacífica",
explicaba este prelado, quien se refirió a una de las ideas en las que más ha
insistido el papa Francisco desde que ocupó la sede de Pedro hace poco más de
un año: "La fe no se impone, es una oferta de salvación. Cuando hay
imposición, no creamos cristianos, sino ateos".
Este prelado elogió la figura del
Papa y animó a todos los presentes a imitarlo en la conducta que ha
desarrollado este último. "La fe ha de ofertarse con la mansedumbre que
nos enseña el papa Francisco, por lo que más que enjuiciar y condenar hay que
perdonar, la Iglesia quiere a sus hijos cercanos y también a los lejanos",
explicó monseñor Del Río.
Por este motivo, el arzobispo
castrense alentó a que en instituciones como la Universidad "donde están
los valores de la libertad" es donde hay que "expresar la verdad de
Jesucristo". La fe no hay que imponerla, pero tampoco esconderla, por lo
que monseñor Juan del Río pidió a los hermanos de los Estudiantes que no caigan
"en el complejo dominante de que la fe es un producto del conservadurismo.
Seamos valientes, como el soldado romano en el monte Calvario, que al morir
Cristo fue el primero en hacer pública protestación de fe".
La homilía dejó un regusto en los asistentes, la
mayoría de los cuales ni siquiera miraron de reojo el reloj, como ocurre en
tantos sermones en los que los minutos pesan como siglos. Monseñor Del Río
también se supo ganar a los fieles con guiños continuos a la cofradía:
"Hay muchos días para llover y no ha de ser siempre el Martes Santo".
La función acabó. Los cirios del altar se apagaron. El Cristo de la Buena
Muerte volvió a su cotidiana penumbra. En la calle había turistas con bermudas.
Escrito por Diego J. Geniz para Diario de Sevilla
Escrito por Diego J. Geniz para Diario de Sevilla