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lunes, 14 de julio de 2014

La Saeta sube al Cielo: Cuestión de moda


Esta semana abro mi artículo con una observación que tuve esta semana pasada tras pasar unos días en mi casa en Madrid. No se si es únicamente una percepción mía o alguno de ustedes también se habrá dado cuenta, pero parece que la religión es cuestión de modas.

Me explico: yo que por suerte viajo bastante para allá y para acá, me percato de que cuando uno cruza Despeñaperros hacia arriba, la cuestión de ser católico o no depende de si eres moderno, eres de ciudad o eres de pueblo. Discúlpenme si lo de Despeñaperros hacia arriba suena feo o alguien se pueda sentir ofendido, pero espero que me den la razón cuando exponga mis argumentos.

En cualquier rincón andaluz algunos serán creyentes, gracias a Dios, por devoción o por tradición familiar; otros porque es lo que se lleva (postureo) y otros ni lo sean. Pero puedo asegurar que en la calle no te mirarán de forma extraña por pertenecer a una Hermandad.

Lo mismo ocurre en la mayoría de los pueblos de cualquier provincia española. No conozco a nadie, sea del pueblo que sea, que de niño no haya quedado con los amiguetes para ir a misa y después ir a jugar a la plaza. O por lo menos en la época de mi infancia así lo era.

Ahora váyanse ustedes, por ejemplo, a Madrid, que es lo que conozco y me sirve de ejemplo. Si ustedes se paran a hablar aleatoriamente con gente por la calle, raro es toparse con un chaval de mi edad que diga ser católico, y mucho menos cofrade. Pero esto ocurre porque no es algo que esté de moda, lo que se lleva es ser un hipster con gafas de pasta sin cristales.

¿Por qué es tan diferente la cultura religiosa entre una ciudad de Andalucía y cualquier otra? Por tradición, vale. Pero es que entonces esto nos lleva a la cuestión del inicio de este artículo. Si eres cofrade y vives en Andalucía, estupendo. Si eres cofrade y vives en un pueblo, es normal. Pero si eres cofrade y vives en Madrid, eres raro.

Es una pena que la comunidad cofrade fuera de los lugares con mayor tradición católica se vea en detrimento por la absurda percepción de ser una moda. Pero lo que más pena me da es que hoy en día ir a misa es motivo de mofa, cuando no hace muchos años los extraños eran los que no se consideraban creyentes.

Ahí dejo uno de los grandes tópicos a debatir: ¿creer en Dios en la actualidad está relacionado con la modernización de los núcleos urbanos?

Estela García Núñez








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