Abrimos el despacho. Buscamos el interruptor de la luz. Y la encendemos. Y nos llevamos el susto. Es lo que suele pasar siempre, dicen los hermanos. Nadie se espera encontrarse de frente con este coloso sufriente junto a la mesa del hermano mayor. Un hombre que ofrece su pecho, mientras aprieta los párpados tras recibir un latigazo de el esparraguero. Es el Cristo del Dolor. Aparece escrita en su peana tal advocación. Y aquí está olvidado. Hasta ahora.
Nos remontamos a su origen. El que fuera archivero de la hermandad José Manuel López Bernal nos cuenta que uno de los artífices de la factura del Cristo es el hermano del propio escultor, Gonzalo Bilbao. El famoso pintor de las cigarreras era además amigo personal del rey Alfonso XIII, entonces hermano mayor de la hermandad. Pero también tuvo mano el canónigo Francisco Muñoz y Pabón que en aquel tiempo era teniente de hermano mayor honorario.
Así pues en abril de 1916 se bendice esta nueva talla. Una magnífica obra que, no obstante, se alejaba del concepto clásicamente barroco de las imágenes de Semana Santa. Venía a sustituir al roldanesco Cristo atado a la columna procedente del convento del Pópulo, que venía siendo titular desde 1892. Por tanto el contraste era mayúsculo.
La imagen del nuevo Cristo del Dolor se enmarca en la tendencia de la escultura de la época, heredera del espíritu de Rodin. Por su estilo y por sus dimensiones, enseguida recibió críticas. Una de las más conocidas fue una saeta en los dos sentidos: como cante y como dardo a la junta de gobierno que había encargado la obra.
«Mare mía de la Victoria
Ya comprendo tu dolor
Que te han quitao a tu hijo
Y te han puesto al pagaor»
Se refería al cajero de la fábrica de Tabaco, Ramón Anido, hombre de gran corpulencia, comparable por tanto a la imagen recién estrenada. Y hasta hubo quien, como publica la web La gubia y el Tas, le puso al Cristo el apodo de King Kong, película que hizo furor en el año 1933. Resultado de este descontento en la calle y en el seno de la hermandad fue que la imagen fuera retirada del culto en 1938. Entonces las Cigarreras vuelve a retomar el culto al Cristo de Amaro Vázquez de 1608.
En todo este tiempo, una vez adquirida la nueva talla de Bilbao, el canónigo Muñoz y Pabón, se apresura a gestionar con el Arzobispado sevillano la cesión del Cristo del Pópulo para su pueblo de Hinojos. Y lo consigue. Algunos hermanos intentaron recuperarlo para las Cigarreras en 1927 y en 1939, y surgen impedimentos que lo hacen inviable. Pero esa es otra historia...