Muchas respuestas ha provocado un desafortunado Tweet de una cuenta
relacionada con un partido político de una u otra manera. Aunque sea por
autodenominación. Una de ellas, precisamente, fue la de mi admirado y querido
José David Muñoz Oliva, que se recoge en este blog. Poco más que objetar a lo
que dice, pero quiero darle un enfoque distinto, aunque en esa misma línea. Sí
quiero dejar claro que lo que aquí escribo es un pensamiento que plasmo por
escrito, y no una respuesta a nada ni nadie en concreto.
Como ven, he ocultado el nombre de la cuenta que escribió esto. Primero,
para no darles publicidad, y segundo por lo que decía anteriormente, mi
intención no es la de responder a nada ni nadie en concreto. Lo incluyo para
que sepan de lo que hablo.
Hay una creencia que conviene desterrar desde el comienzo del artículo
para que este se comprenda mejor. Aquella que dice que los cofrades son de
derechas y los de izquierdas son ateos anticatólicos. De verdad, lo de las dos
Españas murió hace tiempo, por fortuna. Hoy vivimos en un mundo globalizado, y
nuestra sociedad, nuestra Iglesia, no lo son menos. Hay de todo, gente de
derecha que reniega de la Iglesia, gente con pensamientos de izquierda en
juntas de gobierno de Hermandades, ateos que valen la pena y otros cristianos
por autodenominación que no entienden el mensaje de Jesús. Así que quien diga
que la Semana Santa o la Iglesia es de aquí o de allá, miente o vive en otro
siglo. Ser católico no es sinónimo de ser de izquierda, centro, derecha, arriba
o abajo. Y es que en la Iglesia hay sitio para todo aquel que siga y busque
conocer a Jesús, sin mirarle la matrícula o el carnet de identidad. Mezclar
Iglesia y política no es conveniente, a mi parecer.
En esta España de pandereta en la que vivimos actualmente, en la que la
única monarquía que existe es la del reinado de la ignorancia, y en la que el
libro más vendido es el de Belén Esteban y el disco más comprado el de
Paquirrín, es muy fácil que nos tomen por g… por tontos. Llega cualquier
vendeburras, dice cuatro cosas que todos queremos escuchar y nos volvemos
locos. Y cuando digo vendeburras me refiero a muchísimas personas, entidades,
partidos…
Basta de callar una verdad que aún en el siglo XXI no se quiere ver. ¿A
quién se pretende engañar? La Iglesia no es la de hace 600 años, ni la de hace
100, ni siquiera la de hace 30 años. Bien es cierto que hay muchas cosas que
mejorar, y creo que gracias al Papa Francisco estamos en buen camino, pero
resulta especialmente conveniente que todas las comunidades católicas nos
esmeremos en acercarnos cada vez más a Jesús. El de los cofrades es un caso
especialmente agudo, y es que quizá en los últimos tiempos estamos pecando de
excesos. El nuevo delegado de Hermandades de Sevilla lo definía de una manera
tan simple como clara: “A veces nos distraemos con lo bonitas que son lasCofradías”. Es decir, muchas veces estamos tan preocupados de bandas, de
proyectos de pasos nuevos, de elecciones, de figureo… Que se nos olvida lo
esencial. Es muy probable que esta imagen que se proyecta al resto de la
sociedad de los cofrades no nos favorezca en nada, especialmente cuando vivimos
en una sociedad muy poco crítica y cada vez más ignorante. Y es que a la
“casta” política, a la de todos los colores, le viene como anillo al dedo que
cada vez se recorte cada vez más en educación, y es que lo que conviene es que
haya ciudadanos estúpidos que se crean lo que dicen los de arriba. Y si los de
arriba dicen que la Semana Santa es una rémora irracional, pues va a misa. Disculpen,
a misa no. Por cierto, de la palabra rémora, la RAE dice:
“Cosa que detiene, embarga o
suspende”.
Así, a la expresión de la fe de un pueblo, a uno de los patrimonios
culturales más espectaculares del mundo, a retablos vivos y andantes por
nuestras calles, se le llama rémora. Se dice que la Iglesia detiene cuando es
el único consuelo y auxilio de los más desfavorecidos, de esos que muchos
utilizan para hacer una demagogia vomitiva para ganar votos. Se habla de que
las Hermandades embargan cuando generan puestos de empleo, algo que ni nuestros
políticos son capaces de hacer. Basta de caretas. La Iglesia hoy en día, y
gracias a la figura del Papa Francisco, más aún, es la única política en la que
puede confiar el pueblo. Es la más fiable. Porque es, y pretende ser más aún,
fiel reflejo de Nuestro Señor Jesucristo. De cara al público se la ataca
constantemente pero nunca se alaba lo muchísimo bueno que hace, no conviene. Quizá
sea debido a que la Iglesia y la religión es una de las pocas cosas que, aún
hoy en día, hace crecer al hombre. La Iglesia históricamente ha sido un arma
arrojadiza en esta España de chiste en la que vivimos, y lo que interesa es
utilizarla a su antojo. Y, si encima esta arma arrojadiza está envuelta en el
paño de la ignorancia, más fácil es de emplearse. Es muy fácil decir y hacer
creer que la Iglesia, la Semana Santa o lo que quieran es una rémora irracional
si cada vez los chavales abandonan antes la escuela, si se ahoga a las familias
hasta no permitirles ofrecerles la atención adecuada a sus hijos, si se
producen recortes en educación, si se masifica el ratio de alumnos mientras
disminuyen los docentes. Si se aleja a Cristo de nuestras aulas.
Que no les engañen, que quien presume de libertador pero le gustaría
acabar con la libertad religiosa es el verdadero y único fanático y radical.
Hablar es gratis en este país, se puede decir lo que quiera aunque pise la
cabeza de al lado (siempre que el de al lado no sea hijo de alguien intocable).
Y como en la Iglesia no hay ningún hijo de papá, pues hay barra libre para
prostituir la malentendida libertad de expresión. Conocerán ustedes la historia
de la Estrella de Sevilla durante la Guerra Civil, cuando fue la única
Hermandad que se atrevió a salir en aquella época bajo amenaza de atentado, y
de ahí que la conozcan como La Valiente. Pues creo que en la actualidad, más de
tres cuartos de siglo después de aquello, hemos de tener más presentes que
nunca aquel espíritu. Hemos de dar la cara por nuestra madre, la Iglesia Católica.
Todos hemos de ser La Valiente. No pretendo sonar alarmista, en absoluto pienso
que vayan a volver aquellos tiempos. Pero sí hemos de ser más valientes que
nunca. Valientes para decir basta cuando nos insulten, nos calumnien y nos
acusen de irracionales cuando gracias a la Iglesia muchas personas no pierden
la razón y tienen algo que echarse a la boca, soliviantando una necesidad
acuciante que no ha sido provocada por ella. Valientes para decir que lo blanco
es blanco aunque el vendeburras de turno nos intente hacer creer que es rosa.
Valientes para defender y decir a boca llena: YO SOY CRISTIANO, CATÓLICO Y
COFRADE.
José Barea