La devoción a la Salud en las cofradías sevillanas es importante en distintas feligresía de la ciudad, incluso en la provincia, aunque como dolorosa en la capital tenemos que ir al Barrio León cualquier día del año o el Lunes Santo por las calles hispalenses para poder admirar la mirada limpia de la Madre de Dios desde esta advocación.
La Virgen de la Salud está en el origen de esta hermandad trianera y su devoción ha ido creciendo, aunque de forma paralela y a otro ritmo, que la que se profesa al Señor en su Soberano Poder ante Caifás, teniendo mucha “culpa” de ello su paso de misterio, que es de los más esperados de la Semana Santa de Sevilla.
Primitiva imagen de Lafarque
Las reglas de esta hermandad se aprueban por el Cardenal Segura el 15 de julio del año 1942. La primera imagen que se encarga por aquella primera junta de gobierno de San Gonzalo fue la de una dolorosa, bajo la advocación de Salud, al imaginero Rafael Lafarque Rengel. Dicho contrato se firmó el 15 de abril del año 1943, bajo un coste de 2700 pesetas y en que se reflejaba que debía ser entregada la nueva imagen antes del 15 de agosto de ese mismo año. La imagen se bendijo el 20 de febrero del año 1944, meses antes de dicho acto mariano estuvo en la casa del cofrade Antonio Lorán.
Previamente a este encargo a Lafarque y posterior bendición, la incipiente y recién fundada corporación penitencial, buscó una dolorosa de las que no realizaban estación de penitencia y que estuviera en algún templo de la ciudad.
La dolorosa de la hermandad del Despedimiento
Aquellos jóvenes cofrades se fijaron en una imagen a la que se rendía culto en la parroquia de San Isidoro, denominada del Dulce Nombre, obra realizada en el año 1817 por el insigne imaginero Juan de Astorga y que perteneció a la extinta hermandad del Despedimiento. Según recogen Francisco M. Delgado Aboza y Daniel Villalba en el libro “Fuente de la Salud” editado con motivo del cincuentenario de la primera salida porcesional de la Virgen de la Salud, esta compra no se pudo realizar por lo pocos recursos económicos con los que contaba la hermandad de San Gonzalo en aquellos primeros años, tras no poder hacerlo tampoco la cofradía de la Vera Cruz, que se acababa de reorganizar, fue la hermandad de Los Estudiantes la que adquirió esta bella dolorosa y que ahora se le rinde culto bajo la advocación de “María Santísima de las Angustias”. De esta forma, se puede asegurar que la actual dolorosa de Los Estudiantes pudo ser titular bajo otra advocación de la cofradía de San Gonzalo si se hubiesen dado las circunstancias idóneas, sobre todo económicas, para ello.
Restauciones: Castillo, Eslava, Ortega Bru…
La talla ejecutada por Rafarque, que falleció en el año 1952, fue restaurada por el insigne imaginero Antonio Castillo Lastrucci en el año 1954 y por Antonio Eslava Rubio en el año 1969, quien realizó las actuales manos de esta dolorosa trianera. En el año 1976 fue el escultor Luis Ortega Bru, quien acomente una nueva restauración realizando una policromía de la talla mariana.
Incendio y nueva imagen
Tras un incendio en su sede canónica, el 8 de abril del año 1977, Viernes Santo, la primitiva imagen del escultor Rafael Lafarque quedó muy dañada por lo que la junta de gobierno de San Gonzalo encargó al imaginero Luis Ortega Bru, que un año antes ya la había restaurado, la realización de una nueva mascarilla para su dolorosa.
Estas labores tuvieron gran repercusión en aquellos años, dejando zanjado esa polémica, sobre estos trabajos, por el propio imaginero en una carta enviada el 4 de junio al Boletín de las Cofradías de Sevilla, que dirigía en insigne cofrade Juan Marín Vizcaíno, en la que se reafirmaba en la autoría de la cara de esta imagen mariana, no conociendo el destino de la antigua mascarilla de la misma, obra de Lafarque.
En el año 2005 las manos de esta imagen fueron restauradas por Juan Alberto Filter y la última restauración llevaba a cabo sobre esta venerada imagen fue ejecutada por Pedro Manzano en el año 2013.
El culto a la Virgen de la Salud está íntimamente ligado a su feligresía y su hermandad. Son decenas de devotos los que cada día se postran ante esta imagen de indudable valor patrimonial, pero que tiene en su legión de fieles su activo más importante, antes con la imagen de Lafarque y ahora con la impronta de Ortega Bru.