Sucede entre los artistas, sea cual sea la disciplina en la que desarrollaran sus trabajos, que a menudo buscan la inspiración para sus nuevas obras en modelos ya asentados. Es una constante en la historia y forma parte del movimiento pendular de la misma en el que lo que estuvo de moda deja de emplearse hasta que, de nuevo, todos vuelven a usarlo con el paso del tiempo.
Dicen que la Semana Santa es el espejo de la historia de la propia ciudad. Es más, se podría trazar un recorrido por el devenir histórico de Sevilla y se vería, a la perfección, como paralelamente, las cofradías crecen, se enriquecen o decaen en función de lo que la ciudad vivía en cada momento.
La Semana Santa contemporánea hecha sus raíces en la Sevilla isabelina de mediados del siglo XIX. La ciudad recibe miles de visitantes para ver las procesiones, cada vez más populares en todo el mundo. Numerosos viajeros, asombrados por el fenómeno de la Semana Santa, lo trasladaba en sus libros de viajes.
Probablemente, buena parte la apariencia estética de la Semana Santa que hoy conocemos nace aquí. Si las imágenes basan su concepción en modelos barrocos en una mayoría; las andas procesionales y el esplendor de los bordados configuran sus formas armónicas y dimensiones en una época en la que la ciudad crecía y la Semana Santa romántica se consolidaba definitivamente.
Los numerosos artistas que trabajan, de ahora en adelante, se esfuerzan por conseguir realzar, al máximo, la belleza de sus trabajos. En muchas ocasiones, nacen movimientos artísticos como aquellos de los que se empapa el siglo XX, rico en artesanos y artistas de muy diversas disciplinas. Muchos de ellos buscan la inspiración en las expresiones artísticas del momento otros recurren a la propia ciudad para crear sus minuciosos trabajos.
Motivos regionalistas
En las primeras décadas del siglo XX, la ciudad vive una eclosión artística que, popularmente, se dio a conocer como «estilo sevillano» pero que, técnicamente, se vino a llamar Regionalismo.
El Regionalismo, que vio su desarrollo definitivo en la Exposición Hispanoamericana de 1929, venía a recoger elementos de estilos historicistas para dar una nueva y personalísima visión de los mismos. La arquitectura de época comenzaba a introducir en las fachadas de los edificios elementos como jarras, cestos con frutos o rocallas que, posteriormente, se plasmarían en bordados y piezas de orfebrería.
En la primera etapa de este desarrollo artístico se podría enmarcar el manto de la Virgen de la Victoria de la Hermandad de las Cigarreras. Fue bordado, en estilo renacimiento, por Juan Manuel Rodríguez Ojeda. No obstante, debe su diseño al tallista Pedro Domínguez. Se da la circunstancia de que este mismo artista fue el restaurador de las casas Consistoriales por lo que su amplio conocimiento acerca de los elementos que decoran la fachada del Ayuntamiento sevillano, no dudó en trasladarlo al diseño del manto. Además, tuvo la habilidad de entroncar, en un mismo dibujo, reminiscencias de la decoración del edificio municipal con un diseño acorde con las bambalinas que ya tenía la cofradía. En este manto, al igual que en la fachada del consistorio, se repiten motivos decorativos similares.
La Estrella también tiene elementos de su paso de palio tomados de estructuras arquitectónicas de la ciudad. La fachada del número 11 de la calle Reyes Católicos muestra dos personajes atlantes a ambos lados de la puerta principal. Bajo la manigueta del paso de palio de la Virgen de la Estrella, esta misma figura se repite. Esta vez, en forma de ángel alado labrado por Jesús Domínguez Vázquez en 1955.
Cerámica y forja para la Esperanza
La Esperanza de Triana se coronó, canónicamente el 2 de junio en la Catedral. Pocos días antes se presentaba ante los cofrades la presea que luciría Virgen a partir del día esperado. Juan Antonio Borrero y Francisco Fernández eransus autores. En el taller que ambos regentaban, Orfebrería Triana, se había trabajado minuciosamente en una pieza costeada con las numerosas donaciones realizadas por los hermanos.
La corona estaba inspirada en el balcón del número 23 de la calle O´Donnel. Se trata de una joya que se conserva en la actualidad y que recuerda la produccción de forjas y la cerámica trianera que quedaba plasmada sobre zócalos y paños de azulejos.
La corona fue considerada por los expertos como «armónica y elegante» y que, sin duda alguna, constituye uno de los más hermosos ejemplos de pieza arquitectónica llevada al más puro arte sacro.
Motivos catedralicios
La Catedral de Sevilla es modelo de inspiración para todas las artes. Entre sus altos muros conserva piezas de valor incalculable de muy diversos estilos, hecho que la enriquece y que, a su vez, invita al artista a tomar elementos del lugar para, posteriormente, realizarlos en nuevas obras de inspiración «catedralicia». Ocurrió así con el paso de misterio de La Lanzada. Las andas fueron realizadas en 1944 por el maestro Luis Jiménez Espinosa, quien proyectó un original y portentoso paso de Cristo en estilo neogótico florido, inspirándose para su diseño en la crestería que remata el retablo mayor de la Catedral sevillana. Asimismo, el canasto lleva talladas siete capillas rematadas por unos chapiteles -también llamados guardapolvos o doseletes- cuyos modelos originales fueron tomados de la decoración de las esquinas del sepulcro del cardenal Cervantes del templo catedralicio.
La Hermandad de la Lanzada no es la única que empleó motivos «catedralicios» para concebir algunos de sus pasos. Los doseles del retablo mayor fueron trasladados al paso de Santa Cruz. Las jarras de azucenas, símbolo indiscutible de la Magna Hispalensis han sido aplicadas en numerosos pasos. El techo de palio de la Virgen de la Concepción del Silencio es un buen ejemplo. Como, también, la representación del escudo del Cabildo Catedral en los respiraderos de la paso de palio de la Virgen de las Tristezas de la Hermandad de Vera Cruz.
Motivos Históricos
Como se dijo al principio, la historia de la Semana Santa es paralela a la de la ciudad y a través de la primera se puede conocer el momento por el que atravesaba la sociedad, la economía o la espiritualidad de la época.
Especialmente, las andas procesionales se han convertido en grandes retablos peregrinos que discurren entre los fieles. Como tales, estos «altares andantes» han incorporado a sus tallas elementos observados en diversos retablos, como el de la iglesia del Hospital de la Santa Caridad, cuyas imágenes fueron talladas por Pedro Roldán.
Sin duda, la obra de Roldán sirvió para que muchos se inspiraran en ellas a la hora de concebir las suyas propias. Existe cierta continuidad de este retablo con las cartelas del paso de misterio de la Cena, atribuidas a Luis Antonio de los Arcos, yerno de Pedro Roldán. Tampoco se descarta que este trabajara en alguna.
También es indudable que este retablo influyera en Ruiz Gijón cuando tuvo que hacer el canasto del paso del Señor del Gran Poder. Incluso, a la hora de realizarlo, se tomaron otras referencias como las águilas bicéfalas que aparecen en las esquinas de las andas, propias de la Casa de Austria y cuya concepción pudo estar inspirada en los muchos escudos que de esta casa fueron colocados en la época, corno el que figura en el Alcázar. Las Siete Palabras, en unas antiguas andas, también lucía este significativo emblema.
Retablos
Continuando con la importancia del retablo de la Caridad en obras posteriores, es tal la influencia de éste que se piensa que pudo influir en Luís Ortega Bru cuando le encargaron hacer las nuevas cartelas para el misterio de la Sentencia. Unas piezas que, lógicamente, alcanzaría tener un original valor artístico, dotado por el insigne gaditano.
Retablos como el de San Isidoro del Campo, de Martínez Montañés, también influyeron en artistas posteriores que adaptaron los niños atlantes que aparecen en este retablo en pasos como el de las Tres Caídas de Triana, realizado por Guzmán Bejarano.
Las imágenes con devoción propia también han sido frecuentemente reproducidas en numerosas andas procesionales. Basta citar ejemplos como el del paso de palio de la Virgen de la Trinidad, en cuyos respiraderos descansan todo un rosario de devociones sevillanas. También, hay santos y otras imágenes que han sido constantemente reproducidas, sobre todo, en los entrecalles de los pasos de palio o en las glorias de los mismos. En estos últimos se puede ver a la Virgen de la Antigua (Cerro), Santa Ana (Gitanos), Santa Justa y Rufina (La Estrella)...
Son, todos ellos, símbolos de la abundante fuente de inspiración que supone una ciudad labrada por el tiempo y que tiene a la Semana Santa como su mayor exhibidor de grandeza.
También es indudable que este retablo influyera en Ruiz Gijón cuando tuvo que hacer el canasto del paso del Señor del Gran Poder. Incluso, a la hora de realizarlo, se tomaron otras referencias como las águilas bicéfalas que aparecen en las esquinas de las andas, propias de la Casa de Austria y cuya concepción pudo estar inspirada en los muchos escudos que de esta casa fueron colocados en la época, corno el que figura en el Alcázar. Las Siete Palabras, en unas antiguas andas, también lucía este significativo emblema.
Retablos
Continuando con la importancia del retablo de la Caridad en obras posteriores, es tal la influencia de éste que se piensa que pudo influir en Luís Ortega Bru cuando le encargaron hacer las nuevas cartelas para el misterio de la Sentencia. Unas piezas que, lógicamente, alcanzaría tener un original valor artístico, dotado por el insigne gaditano.
Retablos como el de San Isidoro del Campo, de Martínez Montañés, también influyeron en artistas posteriores que adaptaron los niños atlantes que aparecen en este retablo en pasos como el de las Tres Caídas de Triana, realizado por Guzmán Bejarano.
Las imágenes con devoción propia también han sido frecuentemente reproducidas en numerosas andas procesionales. Basta citar ejemplos como el del paso de palio de la Virgen de la Trinidad, en cuyos respiraderos descansan todo un rosario de devociones sevillanas. También, hay santos y otras imágenes que han sido constantemente reproducidas, sobre todo, en los entrecalles de los pasos de palio o en las glorias de los mismos. En estos últimos se puede ver a la Virgen de la Antigua (Cerro), Santa Ana (Gitanos), Santa Justa y Rufina (La Estrella)...
Son, todos ellos, símbolos de la abundante fuente de inspiración que supone una ciudad labrada por el tiempo y que tiene a la Semana Santa como su mayor exhibidor de grandeza.
Publicado en el número 4 de la revista Pasión en Sevilla en febrero de 2008
Recordatorio Madera de artista