En el momento en que comienzo a escribir estas líneas ha transcurrido exactamente un mes y una semana desde que nuestro Presidente del Gobierno tomase la determinación de retirar la reforma de la ley de aborto. Juzgo que 37 días constituyen un periodo de tiempo lo suficientemente amplio como para que alguna de nuestras Hermandades o Cofradías (hablo de Córdoba) hubiera realizado un comunicado público en repulsa por la decisión del partido que actualmente rige los destinos del Estado. Pero según se ve tanto nuestras corporaciones penitenciales así como las de gloria deben andar en otros menesteres con total seguridad mucho más importantes que el de defender el derecho a la vida de los más inocentes y desvalidos.
¿Y saben qué es lo que resulta más lamentable? Que esto ya no debe sorprender a casi nadie. Piensen una cosa: si las Hermandades y Cofradías decidieron hace ya algunos meses que les daba absolutamente igual que algún que otro individuo les meta las manos en los bolsillos, ¿acaso creen ustedes que iban a alzar la voz para luchar por un principio por muy noble que el mismo sea? Lógico. ¿Qué acción más coherente que quedarse de brazos cruzados? ¡Qué envidia de aquellos tiempos en que algunas Hermandades tenían las agallas de censurar y denunciar actuaciones punibles de sus máximos representantes en la sede de Isaac Peral! ¿Dónde estarán hoy aquellos miembros de la Junta de Gobierno de la Cofradía del Santo Sepulcro que en 1988 tuvieron los santos bemoles de suspender su Estación de Penitencia en protesta por el intento del Gobierno socialista de suprimir la fiesta laboral del 8 de diciembre (día de la Inmaculada)?
Muy señoras y señores míos: las Cofradías, tristemente, ya no están para este tipo de cometidos. Los ideales se han vertido por las letrinas hace ya mucho tiempo. Aquí lo fundamental, lo capital, lo verdaderamente esencial son los costaleros, los capataces y las bandas. Sota, caballo y rey. Y paren ustedes de contar. Todo lo que sobrepase esto supera la envergadura y la capacidad de cualquier Hermandad. Ante esta situación entiendo que también sería razonable plantearse qué papel desempeñan los consiliarios en las distintas Cofradías. ¿Las tutelan? ¿Forman y orientan a sus miembros? ¿Les explican a los mismos dónde están y para qué están? ¿Acuden siquiera a los Cabildos de las respectivas Juntas de Gobierno de las que forman parte? Quizá ahora sea el momento de que alguien en la sede del Obispado, después de haber tenido una actuación más que meritoria en el reconocimiento del potencial de las Hermandades, resuelva que ha llegado el momento de explicarles a estas algo tan fundamental como que forman parte de la Iglesia. Es decir, que tenemos ideas comunes que unidos debemos defender. O, al menos, así la razón parece dictárnoslo. Pero claro, con ejemplos como el que nos dejó el año 2009 con la polémica de los lazos blancos la coordinación conceptual entre Iglesia y Cofradías queda, de nuevo, en entredicho.
Dispuesto a acabar estas líneas seguimos sin tener, tristemente, noticias de pronunciamiento alguno por parte de nuestras Hermandades respecto a la defensa de la vida. Por todos estos ÁNGELES a los que se les niega su derecho a vivir, recemos un ROSARIO para pedir AMPARO para estos inocentes y calmar tantas TRISTEZAS. María Santísima, Reina del CARMELO, ¡ten CARIDAD de ellos!
Marcos Fernán Caballero
ANEXO: Respecto al artículo "De confusiones y actos dignos de poner el grito en el cielo" que publicamos en esta misma sección el pasado 21 de septiembre, seguimos recordando que el lienzo de Ntro. Señor de los Reyes (del siglo XVIII), continúa triste e incomprensiblemente tapado con la actual decoración de la capilla que ocupan los Titulares de la Hermandad de la Esperanza. Que no caiga en el olvido.