Acabo de leer un comentario en una red social y después en un grupo de whatssapp que me ha hecho sonreír. No porque me haya hecho gracia, sino porque aún quedan personas valientes que dicen las cosas claras, sin firmar bajo seudónimos. Vamos..., como nosotros.
En ese comentario venía a dar la impresión de la poca asistencia de público, (haciéndolo extensivo, a los propios hermanos de la Hermandad organizadora), en el traslado de la urna de los Santos Mártires, Patrones de Córdoba, a la Santa Iglesia Catedral. Afirmaba que, otro gallo nos hubiera cantado si se hubiese puesto una banda detrás o, delante, un capataz con tirón que dirigiese un paso llevado por una legión de hombres cono costal y faja.
Pero..., ¿qué esperamos? Si para empezar ni conocemos el día en el que se celebra su festividad. Si ese día, en nuestra ciudad, pasa sin pena ni gloria. Aquí manda, San Rafael, al que ni siquiera, muchos de los que lucharon por un hueco bajo sus trabajaderas aquel año 2012, acuden a ver en su día, ya que prefieren luchar por un buen sitio en Los Villares y empezar prontito con las sardinas y el perol, tan típico en nuestra ciudad ese día.
Volviendo al traslado de los Mártires, podemos achacar el escaso acompañamiento a la cantidad de Funciones en hermandades por la Festividad de Cristo Rey, sin embargo... ¿había público en nuestros templos? ¿Habría cambiado algo si no hubiera coincidido con ese día?
Querido amigo, sabes bien que esta ciudad es así, poco podemos hacer por cambiarla, aunque nuestra lucha sigue ahí, escuchando a los demás, dando nuestro brazo a torcer en lo que hay que darlo. Sin embargo, si no lo damos en todo y damos nuestra opinión, muchas veces acertada, nos critican, porque según los demás, destruimos (no se dan cuentan que lo que queremos es construir sobre una base sólida); si nos callamos, también salimos criticados, pues nos hacemos cómplices de una situación nefasta.
Querido amigo... ¿qué hacemos?. Pues, ¿sabes que te digo?, hablar, que yo no quiero ser cómplice, porque los cómplices, también se condenan.
Raquel Medina
Recordatorio Sendero de Sueños: La doble vara de medir