Blas Jesús Muñoz. Durante los últimos días hemos venido escuchando la palabra consorcio y no referida a ese grupo de semijubilados que compusieron los miembros del grupo Mocedades. Es algo más fútil. Es la nueva idea de la Junta para asaltar la Catedral, Mezquita-Catedral o vaya usted a saber como hay que llamarla.
Parece que se trata de un consorcio que comparta la capacidad decisoria y de gestión del templo catedralicio. E, inevitablemente, surge la pregunta sobre quién tiene que revisar y dar el visto bueno a las decisiones que se toman sobre el templo.
Concretamente, y hasta donde nos han contado, para abrir la famosa segunda puerta sin el ok de la Junta nada se puede hacer, así como para cualquier otra intervención en el monumento. Así que, en qué consistiría el consorcio; para qué se necesita.
Se me ocurre a bote pronto que lo mismo se quiere colocar a un par o cien de funcionarios y amigos. Y se me ocurre también que, lo mismo, el partido de la oposición se queja ahora y, convertido en realidad, aprovechan para formar parte como, hasta hace muy poco, se hacía en las cajas de ahorros.
Esperemos que el consorcio no suene como la nefasta gestión que se ha hecho de Medina Azahara o que no se les ocurra, por ejemplo, hacer un reparto bienal de culto cristiano (dos años), e islámico, otros dos. Y se acabe arguyendo aquello de la mezquita para los moros.
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