Blas Jesús Muñoz. El año que termina, para muchos, ha resultado ser prerrevolucionario, sin el "pre" delante. Y este hecho debería invitarnos a reflexionar sobre cuánto ha acontecido y las bases que se están asentando sobre el futuro. Un futuro incierto en el que, si algo queda claro, es que para un sector de la sociedad las muestras públicas de fe son algo anacrónico, a extinguir. Y bien podríamos, que no podemos, estancarnos en una dialéctica estéril que nos lleve a encastillarnos alrededor de nosotros mismos sin indagar en la salida de este laberinto que se cierne.
2014
Ha sido el año en que la Mezquita, la Catedral, su propiedad y su gestión han orbitado sobre el debate local. Un debate viciado que a todos (los políticos) interesa porque así esconden a la ciudadanía los verdaderos problemas que acucian a la ciudad. El desempleo, la falta de oportunidades y, peor aun, la ausencia de esperanza en el futuro. Somos parte de una sociedad triste, cansada, que no debería estar para discutir sobre asuntos menores y sí para unirse alrededor de un proyecto vital en que todos seamos parte sin distinción ni apellidos.
Echen un vistazo a los informes de Cáritas que se dieron a conocer en 2014. Observen el declive en que seguimos. Luego repasen la hemeroteca anual del periódico más vendido de la ciudad y cuenten la cantidad de noticias dedicadas al asunto de la Mezquita-Catedral. Dos conclusiones rápidas: leyendo esos informes y la labor que realiza esa asociación de la Iglesia, ¿creen que todo es tan simple? ¿Creen que ellos también son jerarquía? ¿Creen que todo se reduce a propiedades?
En segundo lugar, surgen muchos más interrogantes aunque de otro calado ¿A qué obedece esta campaña? ¿Quiénes están detrás? ¿Por qué se da pábulo a asociaciones que hasta hace dos días eran prácticamente desconocidas?
2015
No sabemos que traerá a este respecto el año que llama a las puertas. Lo que si parece claro es que la situación, la controversia no desaparecerá de un plumazo. Y, algunos hechos de este pasado reciente -acaecidos a pocos kilómetros de la capital-, de confirmarse la autoría de los mismos nos darán mucho que pensar y replantearnos.
Ha llegado de el momento de que las cofradías se mojen. Tomen parte y defiendan su espacio de todos y ante todos. No se trata de una guerra, pues ese concepto es contrario a la moral que predicamos. Si bien, no se puede permanecer pasivo como si la película fuera con otro porque ya nos han convertido en actores de este road movie.
El escollo está en lo pusilánime de alguno de nuestros dirigentes o en su falta de formación y/o despreocupación. Sin embargo, tengan claro que más temprano que tarde habrá que apretar los dientes y puede que a alguno se le desencaje la mandíbula.