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domingo, 1 de febrero de 2015

Candelabro de cola: Lo que duele una Hermandad


La Junta de Gobierno decidió volcarse en lograr el ansiado sueño de tantos en la Cofradía. Y a fe que lo consiguió. Fueron muchos los obstáculos en el camino, muchas las trabas legales y burocráticas, muchas las zancadillas de algunos miembros de la Hermandad que estaban frustrados por no ser ellos quienes encabezaban el proyecto anhelado. Pero al final todo se resolvió favorablemente. La mayoría de los hermanos dio su consentimiento y así el hermoso sueño se consumó. 

Todo era júbilo y felicidad. El problema vino cuando alguien cayó en la cuenta de que, para llevar a buen término un proyecto de tan gran envergadura, hacía falta dinero... bastante dinero... una suma notable de dinero. Y tras estimar todas las necesidades y determinar su coste exacto, mire usted por dónde las cuentas no cuadraban ni a martillazos. 

Solución: ¡cuota extraordinaria para todos! A fin de cuentas, ¿no era este el sueño de todos? ¿Acaso no era este el proyecto de toda la Hermandad? Era justo, por tanto, que el proyecto se financiara entre todos y que todos sintieran en carne propia lo que duele llevar a buen término un proyecto. Y así se alcanzó el punto de ruptura:

- ¿Con mi dinero? ¿Qué yo pague esto de mi bolsillo? ¡Decididamente estos están locos! ¡Pedirme 6 € este año a sumar a los 15 que ya pago de cuota al año! ¡Están enfermos! Nada, ¡yo me doy de baja! Si total, para ser devoto de la Virgen no hay que pagar nada.


Y esta es la medida de lo que, tristemente, en esta ciudad nuestra, duele una Hermandad.



Marcos Fernán Caballero














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