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viernes, 6 de febrero de 2015

Verde Esperanza: Es amarillo, tiene pico y hace cua cua



            Sí, sí, tal y como lo leen: es amarillo, tiene pico y hace “cua cua” ¿Qué es? Pues nada, muchos siguen empeñándose en que es un rinoceronte. Este terreno de la Semana Santa nunca dejará de sorprenderme, muchos continúan queriendo hacer ver que lo blanco es negro. Voy a proponer a los demás miembros del equipo de Gente de Paz que habilitemos un correo específico para que la gentecilla nos enumere los temas de los que tenemos que hablar, y si puede ser con las palabras exactas para el artículo, mejor. Así estaremos elaborando textos al dictado y nadie se enfadará. Por ejemplo la dirección de este e-mail podría ser: dinosquétenemosqueescribir@gentedepaz.com


            Me llama mucho la atención cuando leo que los de Gente de Paz sólo saben tirar por tierra a sus convecinos, y que eso no es de ser cristiano. Pero hay veces en las que es necesario denunciar en público situaciones que van contra la figura de Jesús y la razón católica, aunque moleste. Por esa regla de tres, cuando Jesús entró en el Templo de Jerusalén, y vio a todos aquellos mercaderes y fariseos lucrándose y mancillando el nombre de su padre, lo que debería haber hecho es aplaudirles y alabarles en lugar de tirar las mesas y echar a todos de aquel lugar. Ese pensamiento continúa vigente en una sociedad eminentemente hipócrita, en la que lo habitual es ir dando palmaditas en las espaldas y luego tirar por tierra a esa misma persona en la barra de un bar o en privado, siempre a sus espaldas. A mí es algo que verdaderamente me supera y no tolero, me bajé del tren de la milonga hace tiempo, si es que alguna vez estuve en él. Prefiero mil veces ser políticamente incorrecto a ser hipócrita, a pesar de que probablemente traiga más disgustos y desavenencias lo primero que lo segundo. ¿Qué quieren? Uno es así y no puede cambiar…


            No estoy metido en el ambiente cofrade de Córdoba, y lo poco que he escrito sobre él ha sido desde el prisma de la lejanía tanto física como metafísica, pero sí conozco cómo funcionan las cosas en mi Semana Santa, y no creo que disten demasiado en esencia. Por eso, cuando leo que si cualquiera de los que escribimos en Gente de Paz sólo decimos cosas malas de la Córdoba (o cualquier otro lugar) cofrade yo me pregunto… ¿Habremos de escribir al dictado del cofrade interesado de turno para que nadie se enfade? Miren ustedes, para eso no construimos este blog cofrade, podíamos dedicarnos a estar en cualquier taberna cofrade o crear una tertulia cofrade cerrada y hala, a despotricar a diestro y siniestro sin temor a ser descubiertos. ¿Habremos de esbozar una Semana Santa (sea de donde sea) idílica, con música de arpas y violines y de pajarillos cantando, sobre un marco de tonos pastel y donde reina la armonía entre todos? ¡Claro que no! La ventanilla de la ciencia ficción no es esta. Resulta que normalmente cuando escuchamos “cua, cua” y vemos algo con pico y de color amarillo, estaremos ante un ejemplar de pato, por mucho que nos hagan ver que es un rinoceronte. Hemos de contar el panorama cofrade, si no tal como es, al menos sí como nosotros percibimos que es. Lo que está fuera de toda duda es que muchos aspectos de la Semana Santa han de ser, cuanto menos y siendo benevolentes, reconducidos.

Y es que la realidad es triste y radicalmente distinta. Si algo nos parece mal estaremos en el derecho, incluso el deber de exponer nuestra opinión razonada y sin faltar el respeto a nadie. Si una cuadrilla se cree más importante que su propio titular, si una Junta de Gobierno hace chanchullos para mantenerse en el ¿poder? o si una banda puede sonar manifiestamente mejor, ¿no será lo sano decirlo y denunciarlo en lugar de callar y otorgar? Lo que ocurre es que esto de las opiniones es como los culos, no se me escandalicen, es la verdad. Pensamos que el de los demás huele a muerto y que el propio o el de nuestro amiguito desprende un dulce aroma a rosas. Se confunde habitualmente la crítica –constructiva- con el insulto, cuando esta debería tomarse de buena gana y enfocarlo hacia la mejora, dejando de lado los afanes de autocomplacencia. Nadie es perfecto, todos tenemos nuestros errores y debilidades, pero se trata de paliarlas e ir creciendo en dirección hacia Dios.

Se puede estar a favor o en contra de una opinión, ¡por supuesto! ¿Se pensarán ustedes que todos los redactores de este blog tenemos un pensamiento único? No sean inocentes, disentimos entre nosotros, pero lo importante es que respetamos la heterogeneidad de pensamiento y la libertad para expresarlo abiertamente. Citando al célebre Voltaire: “no estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”, pobre iluso, ahora que lo pienso. Así que, en vez de indignarse por la opinión de otros, ¿por qué no hacen algo mucho más sano y libre, como es expresar la suya propia? Les invitamos…

José Barea













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