Sí, sí, tal y como lo leen: es
amarillo, tiene pico y hace “cua cua” ¿Qué es? Pues nada, muchos siguen
empeñándose en que es un rinoceronte. Este terreno de la Semana Santa nunca
dejará de sorprenderme, muchos continúan queriendo hacer ver que lo blanco es
negro. Voy a proponer a los demás miembros del equipo de Gente de Paz que
habilitemos un correo específico para que la gentecilla nos enumere los temas
de los que tenemos que hablar, y si puede ser con las palabras exactas para el
artículo, mejor. Así estaremos elaborando textos al dictado y nadie se
enfadará. Por ejemplo la dirección de este e-mail podría ser: dinosquétenemosqueescribir@gentedepaz.com
Me llama mucho la atención cuando
leo que los de Gente de Paz sólo saben tirar por tierra a sus convecinos, y que
eso no es de ser cristiano. Pero hay veces en las que es necesario denunciar en
público situaciones que van contra la figura de Jesús y la razón católica,
aunque moleste. Por esa regla de tres, cuando Jesús entró en el Templo de
Jerusalén, y vio a todos aquellos mercaderes y fariseos lucrándose y
mancillando el nombre de su padre, lo que debería haber hecho es aplaudirles y alabarles
en lugar de tirar las mesas y echar a todos de aquel lugar. Ese pensamiento
continúa vigente en una sociedad eminentemente hipócrita, en la que lo habitual
es ir dando palmaditas en las espaldas y luego tirar por tierra a esa misma
persona en la barra de un bar o en privado, siempre a sus espaldas. A mí es
algo que verdaderamente me supera y no tolero, me bajé del tren de la milonga
hace tiempo, si es que alguna vez estuve en él. Prefiero mil veces ser
políticamente incorrecto a ser hipócrita, a pesar de que probablemente traiga
más disgustos y desavenencias lo primero que lo segundo. ¿Qué quieren? Uno es
así y no puede cambiar…
No estoy metido en el ambiente
cofrade de Córdoba, y lo poco que he escrito sobre él ha sido desde el prisma
de la lejanía tanto física como metafísica, pero sí conozco cómo funcionan las
cosas en mi Semana Santa, y no creo que disten demasiado en esencia. Por eso,
cuando leo que si cualquiera de los que escribimos en Gente de Paz sólo decimos
cosas malas de la Córdoba (o cualquier otro lugar) cofrade yo me pregunto…
¿Habremos de escribir al dictado del cofrade interesado de turno para que nadie
se enfade? Miren ustedes, para eso no construimos este blog cofrade, podíamos
dedicarnos a estar en cualquier taberna cofrade o crear una tertulia cofrade
cerrada y hala, a despotricar a diestro y siniestro sin temor a ser
descubiertos. ¿Habremos de esbozar una Semana Santa (sea de donde sea) idílica,
con música de arpas y violines y de pajarillos cantando, sobre un marco de
tonos pastel y donde reina la armonía entre todos? ¡Claro que no! La ventanilla
de la ciencia ficción no es esta. Resulta que normalmente cuando escuchamos
“cua, cua” y vemos algo con pico y de color amarillo, estaremos ante un
ejemplar de pato, por mucho que nos hagan ver que es un rinoceronte. Hemos de
contar el panorama cofrade, si no tal como es, al menos sí como nosotros
percibimos que es. Lo que está fuera de toda duda es que muchos aspectos de la
Semana Santa han de ser, cuanto menos y siendo benevolentes, reconducidos.
Y es que la realidad es triste y radicalmente distinta. Si algo nos parece
mal estaremos en el derecho, incluso el deber de exponer nuestra opinión
razonada y sin faltar el respeto a nadie. Si una cuadrilla se cree más
importante que su propio titular, si una Junta de Gobierno hace chanchullos
para mantenerse en el ¿poder? o si una banda puede sonar manifiestamente mejor,
¿no será lo sano decirlo y denunciarlo en lugar de callar y otorgar? Lo que
ocurre es que esto de las opiniones es como los culos, no se me escandalicen,
es la verdad. Pensamos que el de los demás huele a muerto y que el propio o el
de nuestro amiguito desprende un dulce aroma a rosas. Se confunde habitualmente
la crítica –constructiva- con el insulto, cuando esta debería tomarse de buena gana
y enfocarlo hacia la mejora, dejando de lado los afanes de autocomplacencia.
Nadie es perfecto, todos tenemos nuestros errores y debilidades, pero se trata
de paliarlas e ir creciendo en dirección hacia Dios.
Se puede estar a favor o en contra de una opinión, ¡por supuesto! ¿Se
pensarán ustedes que todos los redactores de este blog tenemos un pensamiento
único? No sean inocentes, disentimos entre nosotros, pero lo importante es que
respetamos la heterogeneidad de pensamiento y la libertad para expresarlo
abiertamente. Citando al célebre Voltaire: “no estoy de acuerdo con lo que
dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”, pobre iluso, ahora
que lo pienso. Así que, en vez de indignarse por la opinión de otros, ¿por qué
no hacen algo mucho más sano y libre, como es expresar la suya propia? Les
invitamos…
José Barea
Recordatorio Verde Esperanza: Afán de autocomplacencia