Blas Jesús Muñoz. Una corrida en Viernes Santo, un Vía Crucis al que se da un plante, un torero venido a menos (siempre en opinión subjetiva), desde hace tanto que ya ni se recuerda, un traje elegante para cada ocasión... Si todo esto lo suman, con algún elemento más que abordaremos cuando todo pase, les sale el pregonero que ha elegido la Agrupación para que esta noche represente a la Semana Santa de Córdoba.
La imagen que se busca, o sea, la repercusión mediática del Pregón (porque si se da por único argumento la fusión del mundo del toro y las cofradías, mejor ni hablamos de lo paupérrimo del argumentario), no puede ser ni un motivo ni una excusa para exponer a la Semana Santa a un espectáculo vano desde sus más altas instituciones.
Este pregón, como el del año pasado, no es más que una condena a la mediocridad que supone buscar fuera lo que eres incapaz de encontrar en tu casa. Vanalizar la Semana Santa hasta el punto de que cualquiera pueda pregonarla no supone solamente minusvalorar el acto, sino echar por tierra el concepto.
Luego, permítanme la expresión, veremos hasta el hartazgo a más de uno henchirse de satisfacción, creyendo que ha inventado la rueda en Villanueva del Trabuco. Da igual. No les haré entender su error por más que se lo explicara, incluso con gráficos y comentarios de texto.
El problema no es el pregonero que, con sus desplantes toreros ya ha demostrado cuanto le importa el asunto. El problema radica en cómo y por qué se elige. Pero ya lo decía un amigo respecto a los pasos hace mucho, en esta ciudad todo sale y todo entra.
Recordatorio Enfoque: El gran día de las cofradías de Córdoba