Blas Jesús Muñoz. En ocasiones, pasarse la vida escribiendo da para mucho y para poco. Se transmite opinión, pensamiento, noticias, reportajes, curiosidades... una forma de entender la vida. Y, sin embargo, se quedan muchas cosas en el camino, pues la visión -a veces- no tiene nada de periférica.
Estos días extraños, por demasiados motivos acumulados, han dado paso -a la hora que les escribo- al inicio de una semana intensa, en lo cofrade y en lo cotidiano. Y, aunque siempre es personal cuando se opina, en el enfoque siempre traemos temas candentes. Éste puede parecer más habitual, pero quizá es más auténtico.
Se trata de un cartel. Uno de tantos, se puede pensar, pero no. Es el cartel de Costaleros del Calvario, un blog cuya temática se aleja de lo común para sublimar este poliedro con miles de aristas que es la Semana Santa, sus cofradías, su historia y su vida. Una página donde se ofrece un producto que no es usual, pues en ella se muestran aspectos que, para parte del espectro cofrade contemporáneo le suene ajeno. Y ahí, en parte, está su mérito.
El pasado domingo presentaban su cartel. Nada común en los tiempos que corren por más que el concepto ya haya sido usado en otros ámbitos. La imagen del Señor del Calvario recuerda a uno de esos mosaicos que tan atrás nos llevan la memoria de un tiempo que no conocimos. Un mosaico formado y conjuntado por infinidad de fotografías que conducen a Él, a la devoción de muchos hermanos proyectada en el rostro del capataz de sus vidas.
Un cartel, como les decía, presentado el pasado día 1. Una jornada que en lo personal me llevará hasta el día 7, cuando mi querido amigo David Simón (parte del alma de Costaleros del calvario) pronuncie el Pregón del Costalero. Una alocución que les recomiendo encarecidamente, pues David tiene mucho que contar y les reconozco que enseñar, pues al menos un servidor ha aprendido mucho de él.
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