Blas Jesús Muñoz. No es el título de la famosa película de Amenábar (quien por cierto no es un cineasta de mi agrado y al que considero humildemente más un artesano que un artista). Tampoco el título de una canción ni el de un grupo musical, sino el apelativo cariñoso con que algunos redactores de Cordópolis se refieren a Gente de Paz y demás páginas cofrades.
ABC y Los Otros. Se nota que su comprensión lectora es tan
sesgada como la política y que presumen de una ideología que, si
tuvieran valor, los retaría a un debate sosegado. Llamémoslo
pedantería, pero de ideología de izquierdas les podría dar una Master Class que no vendría a demostrar más que, en muchos sentidos, escriben u
opinan sin saber de la misa la media. Y de cofradías lo que replican es criticar por un
lado y por otro poner reportajes de fotos (aunque eso de las fotos ya lo
hacía hace diez años el presidente de la Agrupación).
Volviendo al asunto de ABC comprendo que entiendan lo que
deban de entender. Pero entiéndanme si les digo que Los Otros no somos
precisamente sospechosos de no haber criticado lo que no nos gusta de
ese medio. Lo que no hacemos es atizar porque sea nuestro rival natural
sin decirlo para que no nos pongan otro apelativo.
Es comprensible que lo hagan, pues ya lo hacen con las
cofradías. También porque leyendo a cualquiera de sus redactores y
contraponiéndolos con Luis Miranda, por ejemplo, no tienen nada que
hacer a nivel estilístico y, una cosa así, a determinados egos les suele
doler y bastante.
Luego dirán que defendemos lo indefendible, que el
periódico que antecede en los tweets a Los Otros ataca al Ayuntamiento
sin piedad. No lo discuto y consideró que la línea editorial debería ser
más abierta en la extensión de la crítica. Sin embargo la casualidad
nos lleva a comprobar que Cordopolis hace lo mismo, pero desde el otro
bando.
Rojos y azules les queda largo. Y más cuando lo que se
defiende, por ejemplo, es una puerta de los años setenta que tendrá, por
su tonelaje, algo más de valor que la de mi casa, no más. Y menos
comparado con un templo valioso que la Iglesia, a la que tanto odian, ha
mantenido durante siglos. Y si no me creen miren lo bien que se
conservó Medina Azahara.