No se trata del tristemente famoso AK-47. No crean jamás que alguien en su sano juicio puede defender nada que implique arrebatar la vida. Sin embargo, las formas en qué te pueden quitar tu modo de existir son muchas y no implican la mortalidad terrenal, específicamente. Pueden arrebatarte la libertad; pueden quitarte lo que es tuyo y obligarte a ser un paria; incluso, pueden meterse en tu casa y decirte cómo tienes que actuar.
No es un artefacto salido del diseño de Mijail Kalashnikov, aunque mi fusil tampoco se encasquilla, depende del prisma resulta barato y dispara a discreción contra todo aquel que invada mi espacio. Mis balas son palabras (las mismas que han querido utilizar para disgustarme o aburrirme en este año y medio), verbos y calificativos que salen caros depende del objetivo. Y en el target se han colocado quienes desean humillar a las cofradías a cualquier precio.
No es un símbolo de libertad sacar de un inmueble a San Rafael (no un espacio de los cordobeses porque nunca lo ha sido, sino sobre la patraña de la dialéctica barata). Como tampoco a Ambrosio la recordarán por su similitud con Dolores Ibárruri. Tampoco a Pedro García lo compararán las crónicas con Marcelino Camacho. No será un hito hacia la libertad sacar a una Virgen de sus propios actos o quitar los buses que van al campo de fútbol el día del partido. Puede que se recuerde (de éstos, lo que comenzaron aquéllos y que los padres de éstos ya germinaron) que nada en Córdoba funciona salvo el turismo. El mismo que crece alrededor de su Mezquita, la misma de la que jamás tocaron pelo y por eso funciona.
Se les recordará por su inoperancia y por una especie de radicalismo de Mendruguillo de la Frontera que es tan fútil como cuanto el sucedáneo de discurso político de la minoría dirigente. Y, sin embargo, en su parálisis estudiada han querido descubrir la pólvora y meterse en un jardín que, de momento, es propiedad privada de los cofrades. Si quieren que paguemos, pagaremos. Si tenemos que salir sin policía, saldremos. Si quieren organizar una cabalgata de Pocoyó, más cutre si cabe que la actual, que desarrollen su cabalgata laica y sigan dando pábulo a su enorme monumento a la tontería. Si quieren quitar la subvención que la quiten y la utilicen para dar más dinero a los del perol o que aprovechen para poner la primera piedra de su fracasado Palacio de Congresos...
Pero a mi casa que no entren, ni llamen a la puerta ni se pongan bajo nuestra ventana a llamarnos a voces. Porque, por ejemplo, el Primer Teniente de Alcalde debería, antes de mirar a las cofradías, tener la vergüenza torera (disculpen los antitaurinos) de mirar la charanga de partido que representa, la cuarta fuerza política de la ciudad (en GdP montamos un partido y le ganamos, a mérito de tener más enemigos que él), y se permita el lujo de dar lecciones. O la alcaldesa (en minúscula como su perfil político), que no era más que un "cadáver" más hace tres meses, de los que el PSOE manda a perder en Córdoba.
Visiten peñas, jornadas del Ramadán, a ocupas sociales... Eliminen cualquier atisbo de ayuda a las cofradías que, para su desgracia, seguiremos dando nuestro testimonio que, como está escrito, no ha de ser cómodo. El cristianismo, su verdad, escandalizó desde el primer instante, así que no nos van a asustar.
Blas Jesús Muñoz
Recordatorio El cáliz de Claudio: El gran robo a las cofradías