Antonio Botella. En pocas semanas, o incluso días, se comenzará a informar acerca de las predicciones de las cabañuelas de cara a la Semana Santa de 2016. Una disciplina que viene realizándose por estas fechas con el fin de prever el tiempo que se va a producir durante cada uno de los meses del mismo año o del siguiente.
Sin embargo, ya contamos con una primera predicción que, a pesar de no estar confirmada, ya que se deberá esperar hasta el 24 de agosto -fecha en la que contemplan las cabañuelas de retorno- para consolidar la conjetura, auguran gran posibilidad de lluvia en los dos meses previos a la Semana Mayor: enero y febrero.
Ello podría causar la suspensión de diversos cultos externos que se celebren durante la próxima Cuaresma, así como también podría ocasionar una Semana Santa sin hermandades en las calles, con las Imágenes resguardadas en sus respectivas sedes, con lágrimas en los rostros de los hermanos... Y es que imagínense que el mencionado parte meteorológico se trasladase al cercano mes de marzo, donde la última vez que coincidió el inicio de la Semana de Pasión con mediados de dicho mes -año 2013- fue catalogada como "la más desastrosa que se recordaba".
La climatología causó la cancelación e interrupción de la estación de penitencia de hasta 28 hermandades de penitencia en Sevilla, mientras que en Córdoba sucedió tres cuartos de lo mismo, provocando que 21 cofradías fuesen afectadas. Sin duda, tal periodo de marzo no es el más halagüeño para la Semana Santa, aunque quizás 2016 se presente para ser la excepción que confirme la regla que continúa produciéndose en lo que llevamos de siglo XXI.
