La presión al escribir de cofradías en ocasiones es brutal, desmedida, no conoce más límite que el que campa a sus anchas por callejones y cloacas. Quizá, fruto de ella ha sobrevenido el hartazgo de uno de los nuestros.
Un hombre es la palabra. Desde la primera que esbozamos y el paso de los años la arranca de nuestra frágil memoria, nuestro micro universo se forma de sustantivos, adjetivos, verbos o adverbios. El pensamiento es fruto de la articulación del lenguaje. Las acciones provienen del pensamiento y, por tanto, hallan en el lenguaje su origen. La palabra es un tesoro sin parangón. Para mí es la mejor parte de mi vida, de la que me siento más orgulloso y usarlas -a mi manera y en mi pequeña escala-, me ha pemitido llorar, superar la incomprensión, disfrutar con párrafos que no puedo recitar de memoria, pero que me dejaron una huella tan profunda que han marcado el camino para enfrentarme a la realidad, siempre, a través de palabras.
Ellas te pueden otorgar una libertad más profunda que sentir de frente al viento de levante en la cara, al borde de un acantilado. Y, sin embargo, te puden hacer prisionero de silencios, de verbos reconducidos o preso de calificativos impronunciables. Además, cuando resuenan mal en el oído ajeno intentan privarte de ellas de mil maneras, como los velos de Sherezade. Te pueden presionar, amenazar o intentar convencerte. Esto último, tal vez, sea lo más peligroso, si dudas a la hora de aferrarte a tus letras, aun a sabiendas de que solo te sostienen a ti y exclusivamente en tu rincón nocturno, distinto en lo geográfico, pero igual en el concepto.
La presión al escribir de cofradías en ocasiones es brutal, desmedida, no conoce más límite que el que campa a sus anchas por callejones y cloacas. Quizá, fruto de ella ha sobrevenido el hartazgo de uno de los nuestros. Un blog que durante estos años se ha dedicado a hacer algo que no debería ofender a nadie porque es dar su particular decibelio a la información de lo que para muchos es una cuestión de piel, un modo de vida, que no una forma de ganársela. Sin embargo, hartitos de pedir respeto a Podemos, algunos personajes no dudan en pisar la cabeza de cualquiera que se interponga en su camino y en el objeto de su deseo.
Me hace gracia que algunos "profesionales" se quejen de intrusismo con sus palabras y sus bloqueos y luego, con todo el tiempo libre que les da su oficio de escribanos, haya tenido que venir una legión de personajes con algo de tiempo y un ordenador o smartphone a mano para que se ajusten el traje y le dediquen a las cofradías más espacio. Ello, sin detrimento de que entre sus lecturas de cabecera se hallen las de los aficionados con ordenador y se reflejen , días más tarde, en sus escritos. Sí va por vosotros.
Así es la vida. Espero encontrar a mi querido compañero en otra andadura muy pronto porque caer es circunstancial y connatural al ser humano. Levantarse, a sabiendas de que puede haber una nueva caída, es de valientes.