Por más que se empeñen los pequeños y no tan pequeños comerciantes del centro de la ciudad, no, todavía no es Navidad. Lo siento mucho. Por muchas luces que enciendan, por muy bien que Cate Blanchett, Gisele Bündchen o una niña jovencísima que yo juraría que es Julia Roberts se empecinen en recordarnos lo bien que huelen los perfumes de las compañías millonarias a las que prestan su imagen (muy bien gusto es de las distintas marcas de perfumes, eso sí), por más que las pistas de patinaje sobre hielo y muchos trenes y otras atracciones que hayan instalado por aquí y por allá y por mucho anuncio con dibujitos de Lotería de Navidad, me reitero: aún no es Navidad.
El periodo que el pasado domingo 28 de noviembre comenzó y que, de hecho, da inicio al año litúrgico, es el Adviento y el mismo dura hasta el próximo 24 de diciembre. Ni más, ni menos. El término “Adviento” proviene del término latino adventus, que se puede traducir por llegada, venida. En el imperio romano el adventus era la ceremonia con la que se daba la bienvenida a un emperador a su llegada a una ciudad (lo más frecuente es que esa ciudad fuera Roma). También nosotros como creyentes hemos comenzado el periodo de espera de la venida de nuestro Divino Salvador que comenzó, como ya hemos dicho, el domingo del pasado fin de semana. Los cuatro domingos anteriores al 24 de diciembre, que conforman el Adviento, conjuntamente con la Navidad y la Epifanía del Señor, constituyen en sí una unidad.
El Adviento puede dividirse en dos partes: una primera que abarca desde el domingo de Adviento hasta el 16 de diciembre y otra segunda que va desde el 17 hasta el 24 de diciembre. En el primer periodo se enfoca la venida del Señor al final de los tiempos. El segundo, por su parte, tiene una orientación más explícita orientada a detallar la venida de Jesucristo en la historia.
Las lecturas bíblicas del Adviento están tomadas, fundamentalmente, del profeta Isaías, aunque también es cierto que se recogen más pasajes proféticos del Antiguo Testamento que ya anunciaban la llegada del Mesías.
En síntesis, el Adviento es un tiempo de análisis de nuestra vida espiritual, de nuestra vida en relación con Dios. El fin: prepararnos para la llegada del Señor, pero no solamente para vivir el presente –que también- sino para preparar el futuro, pues nunca sabemos cuándo tendrá lugar la segunda venida de Cristo en la majestad de su gloria (Parusia), momento en que, como Señor y Juez de todas las naciones, traerá a los justos la salvación y la vida eterna ausente de sufrimientos.
Marcos Fernán Caballero
Recordatorio Candelabro de cola: Como Jesús del Silencio