Blas J. Muñoz. Eliminar, erradicar o suprimir son formas de prohibición encubiertas. Y así parece haberlo entendido el gobierno local durante los últimos meses. Período en el que ha eliminado subvenciones ha atacado a circos y toros y parece que tampoco aprecia el flamenco o, mejor dicho, una Noche Blanca, que se inició bajo un mandato de su propia ideología.
A todo ello, hay que sumar iniciativas tan llamativas (por no usar otro calificativo) como las de las fallas para recibir a la primavera o la fiesta hispano-japonesa del azahar. Celebraciones de nuevo cuño que apenas tienen garantizada la aceptación social o económica.
Así las cosas, las iniciativas parecen encaminadas a ir progresivamente sustituyendo cualquier tipo de celebración anterior que no cuadre con los nuevos preceptos (o imperativos). Toda vez que el cinismo fluye con soltura en declaraciones de la primera edil ponderado una Semana Santa que, ella misma y su partido, se han encargado de torpedear.
Puede que, durante las próximas semanas, el manido tema de la seguridad reaparezca en nuestras vidas. Es cuestión de tiempo.