Blas J. Muñoz. Se ha cumplido ya más de un lustro desde que la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Córdoba, presidida entonces por Juan B. Villalba, presentara el estudio sobre el impacto socio-económico de la Semana Santa de Córdoba. Realizado por una entidad externa al organismo cofrade, el mismo mostraba la enorme repercusión que posee esta celebración para la ciudad.
Con unas cifras que superaban los cuarenta millones de euro a, a pocos escapa que las cofradías se erigen como una de las piezas fundamentales del motor económico de la ciudad. Hecho que, con demasiada frecuencia, se pasa por alto, hasta el punto de que el pasado verano uno de los ediles del gobierno local que forman Partido Socialista e Izquierda Unida con la bendición de Ganemos, el socialista Emilio Aumente, sugería la posibilidad de girar tasa a las hermandades a resultas del uso de la vía pública que éstas realizan en actos piadosos.
Se trataba de amortizar o sufragar el gasto en efectivos de la policía local. Unos costes que, contrastando con los documentos gráficos que nos ha dejado la semana de Feria a base de residuos en el "botellódromo", no se antojan ni equivalentes ni comparables a los destinados a sufragar la labor de Sadeco. Y es que, a la postre, cabe pensar que entre unidades del servicio municipal de basuras, líneas de bus especiales, unidades de la propia policía local, etc., la Feria puede que resulte bastante más costosa a la ciudad.