Blas J. Muñoz. Con la Octava del Corpus de la Parroquia de la Trinidad en el horizonte más próximo y la salida de su Custodia desde San Roque, la celebración deja el poso del final de un intenso ejercicio para la Hermandad del Perdón que cierra un año para el recuerdo en el que, entre otros logros, cabe destacar el inicio de los trabajos del nuevo palio de María Santísima del Rocío y Lágrimas.
Un curso cofrade cargado de emociones y de gestos simbólicos que, por ejemplo, encontraba uno de sus puntos culminantes en la campaña de donación de borlas para el citado palio que tenía una acogida que superaba cualquier expectativa previa. Todo ello, como reconocimiento a un trabajo que, ahora, también queda plasmado en la labor de su vestidor, Antonio Villar Moreno.
Y es que la Hermandad del Perdón disponía, en la tarde-noche de este pasado lunes, a sus Titulares de cara al tiempo estival. Y, como viene siendo norma, tanto el Señor del Perdón como la Virgen del Rocío y Lágrimas ya se hallan ataviados de manera exquisita para, una vez más, vestir de luz a San Roque.