Un mar de altares rodeó la catedral esperando al cuerpo de cristo, un mar de retablos que adornaron y llenaron de esplendor las calles por las que su divina majestad caminó entronizado en su magnífica custodia. Verdad es que muchos son los detalles que pulir y muchas las cosas que se pueden mejorar, pero tenemos que destacar el esfuerzo y el buen gusto de todos aquellos que pusieron su granito de arena en engalanar nuestras calles para engrandecer la procesión del Corpus, fundamentalmente a aquellas hermandades y grupos jóvenes que con su impulso, sus ganas y su desinteresado trabajo hicieron posible algo que hace unos años parecía impensable en nuestra ciudad.
Las calles se llenaron de aroma a hierba fresca, a romero, tomillo y esencias. El incienso y los sonidos de metal volvieron a las calles anunciando su llegada y los ojos de los que esperaban desprendían ilusión, mientras sus corazones se llenaban de Fe.
Soy de la opinión de que todo es mejorable en esta vida, pero a pesar de todo, a pesar de las dificultades, el pasado Domingo se hizo una demostración de Fe y de religión, el pueblo de Córdoba y sus hermandades volvieron a demostrar que las tradiciones y la Fe gozan de buena salud en nuestra sociedad, y es así, le pese a quien le pese.
Manuel Orozco
Recordatorio De trama simple: Mayo flamenco, cofrade y taurino