Blas J. Muñoz. Los viernes siempre anuncian un final en el principio del descanso. La desembocadura alegre de los días que persiguen escenas repetidas, donde reconocer lo vivido y mirar al horizonte con la mirada limpia del mañana. Una mirada que siempre se reconoce cuando se cruza con otra que siempre estuvo.
Y las miradas se cruzaron este viernes para decirse un hasta pronto porque la Virgen se marcha al taller donde nació. No a recuperar su juventud, la que nunca perdió. La de la Virgen niña que te mira y enamora y que es un poco más mayor, aunque la apariencia siempre parezca contradecir la realidad. Es la antítesis de la unción que Luis otorga a sus creaciones.
La niña de los ojos de sus fieles, de sus devotos para los que ya ha comenzado la espera. Una cuenta atrás sin apellidos, solo la esperanza y la certeza del momento en regrese alimenta ya las expectativas. Una cuenta atrás sin apellidos, que solo lleva su nombre y por su nombre imploran, Encarnación.
@BlasjmPriego