Guillermo Rodríguez. Tal y como adelantamos en Gente de Paz el pasado 1 de junio, Nuestra Señora de la Paz y Esperanza de Capuchinos estrenará una nueva saya nacida de la creatividad y el buen hacer del tándem que forman el diseñador cordobés Rafael de Rueda y el bordador astigitano Jesús Rosado Borja, uno de los más fructíferos que ha conocido el mundo de las cofradías en época contemporánea. La penúltima muestra de esa feliz unión la disfrutábamos la pasada Cuaresma con el estreno la túnica del Señor de las Penas de San Ándres.
En aquel momento, la cuadrilla de costaleros del popularmente conocido como Señor de los Gitanos era testigo de la culminación de un ambicioso proyecto nacido en el seno de la misma y que era la mejor prueba de amor de sus costaleros. Algo similar ha ocurrido en torno a la cuadrilla de la Paloma de Capuchinos.
La misma, que se reunía el último día de mayo, acordaba por unanimidad dotar de una nueva saya a la hermosa Imagen que gubiara Martínez Cerrillo. Para culminar esta empresa, los costaleros de la Reina de la Paz y la Esperanza quisieron que fuese Rafael de Rueda quien, con su veteranía y prestigio diseñase una pieza que, ya a primera vista, ofrecía un aspecto envidiable que alentaba a verla culminada en su fase de bordado. Una fase de bordado que se encuentra en plena fase de ejecución que, a tenor de lo que se puede apreciar en las fotografías a las que ha tenido acceso Gente de Paz, invitan a pensar que el resultado será digno de lo que merece una Reina como la Paloma Blanca de Capuchinos.
La fecha que en principio se ha determinado para su estreno, una vez culminada en el taller de Jesús Rosado, será el Miércoles Santo de 2017. Fecha condicional, como se establece en el comunicado emitido por la cuadrilla ("si nuestros desvelos se ven recompensados"). Sea como fuere y en el plazo que las circunstancias determinen, Nuestra Señora de la Paz y Esperanza lucirá una pieza de gran valor como se aprecia en el exquisito diseño de Rafael de Rueda, donde podemos apreciar las reminiscencias más clásicas del barroco juanmanuelino y alternando con maestría los tonos áureos y argénteos.
