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sábado, 14 de enero de 2017

Sin ánimo de ofender: El tiempo que comienza


Como es natural de las fechas en las que nos encontramos – y haciendo gala del manifiesto e innegable anhelo cofrade expresado a través de las marchas forzadas con las que Baltasar parecía abandonar la escena, presionado por la llegada de una impaciente cruz de guía – muchos son los que actualmente se encuentran con la mente puesta en una Semana Santa que hoy ya nos ha empezado a anunciar el esperado cartel realizado por Nuria Barrera y en el que, finalmente, también se ha visto reflejado el atractivo añadido que este año supondrá el entorno de la Catedral. 

Las hermandades, por supuesto, lejos de mantenerse ajenas al tiempo que poco a poco nos  vuelve a acercar a nuestra Semana Mayor, se han puesto asimismo manos a la obra convocando a sus correspondientes cuadrillas para reglamentarias igualás y los posteriores ensayos que, más tarde, veremos traducidos en el paso armonioso que nos traerá a la calle a los verdaderos e indiscutibles protagonistas.

Precisamente, con los preparativos que no dejan de ser tanto las igualás como los ensayos, sería bueno recordar una vez más el verdadero sentido que siempre debería concedérsele a la Semana Santa, concienciándose desde un primer momento de que el incuestionable esfuerzo y sacrificio que conlleva ser los pies de Cristo o de la Santísima Virgen no es una mera prueba física sustitutiva ni complementaria de un día de gimnasio tal y como, lamentablemente, algún costalero se ha atrevido a confesar en alguna ocasión.

Muy posiblemente, tampoco sea este el contexto idóneo para cuestionar las decisiones adoptadas por aquel que, a fin de cuentas, es quien tiene que tomarlas, movidos a veces por un incomprensible ego que a veces trata de justificarse de las formas más sorprendes e infantiles imaginables y, a menudo, con el objetivo de imponer su propio criterio y ver realizada la voluntad de un individuo en particular en detrimento del colectivo y del trabajo en equipo que tanto trata de fomentarse y que, en ocasiones, se sigue quedando en un simple buen propósito.

Con esto, solo queda esperar a ver si esta vez, al igual que en años anteriores, habrá que presenciar absurdas e inconcebibles disputas entre miembros de una cuadrilla – que no entienden de momento ni lugar – o diversas actitudes totalmente fuera del contexto que se le presupone a lo que, recordemos, sigue denominándose “estación de penitencia”.

Esther Mª Ojeda


Foto Antonio Poyato



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