Mientras
estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus
discípulos, dijo: “Tomad, comed, éste es mi cuerpo”. Tomó luego una copa y,
dadas las gracias, se la dio diciendo: “Bebed de ella todos, porque ésta es mi
sangre de la Alianza ,
que es derramada por muchos para perdón de los pecados. Y os digo que desde
ahora no beberé de este producto de la vid hasta el día aquél en que lo beba
con vosotros, nuevo, en el Reino de mi Padre”. Y cantados los himnos, salieron
hacia el monte de los Olivos. Entonces les dijo Jesús: “Todos vosotros vais a
escandalizaros de mí esta noche, porque está escrito: Heriré al pastor y se
dispersarán las ovejas del rebaño. Mas después de mi resurrección, iré delante
de vosotros a Galilea”. Pedro intervino y le dijo: “Aunque todos se
escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré”. Jesús le dijo: “Yo te aseguro:
esta misma noche, antes que el gallo cante, me habrás negado tres veces”. Dijo Pedro:
“Aunque tenga que morir contigo, yo no te negaré”. Y lo mismo dijeron también
todos los discípulos. Mt 26, 26-35
Vienes para cambiarlo todo, para enseñarnos que tu Padre es nuestro Padre y que la Paz es tu revolución. Pero cumples la ley porque tu resistencia implica respeto al prójimo. Llegas vestido con la túnica de la insurrección para alterar lo establecido, pero sin destruir, sin obligar, sino explicando, mostrando, enseñando… como maestro, no como guerrero… ¡qué distinto tu proceder a los de otros profetas que con sangre impusieron y continúan imponiendo su minúscula verdad a la humanidad!. ¡Qué diferente al de los que preñaron de espadas y hogueras de muerte los rincones del planeta en nombre de la fe!. Tú cumples la ley judía concibiendo una nueva relación con Dios, de Padre a hijo y de hijo a Padre… de luz, libertad, humildad, misericordia y respeto, aunque el hombre que te rodea no te comprenda en multitud de ocasiones. Y levantas la copa y ofreces el pan… como símbolo de esa nueva Alianza; como metáfora de la Comunión con el Creador Amantísimo que nos protege, nos quiere y nos abraza como un Padre de Bondad y no como el justiciero que profetizaron nuestros ancestros. Este es tu mayor regalo… gritar a los cuatro vientos que Dios es Amor...
Vienes para cambiarlo todo, para enseñarnos que tu Padre es nuestro Padre y que la Paz es tu revolución. Pero cumples la ley porque tu resistencia implica respeto al prójimo. Llegas vestido con la túnica de la insurrección para alterar lo establecido, pero sin destruir, sin obligar, sino explicando, mostrando, enseñando… como maestro, no como guerrero… ¡qué distinto tu proceder a los de otros profetas que con sangre impusieron y continúan imponiendo su minúscula verdad a la humanidad!. ¡Qué diferente al de los que preñaron de espadas y hogueras de muerte los rincones del planeta en nombre de la fe!. Tú cumples la ley judía concibiendo una nueva relación con Dios, de Padre a hijo y de hijo a Padre… de luz, libertad, humildad, misericordia y respeto, aunque el hombre que te rodea no te comprenda en multitud de ocasiones. Y levantas la copa y ofreces el pan… como símbolo de esa nueva Alianza; como metáfora de la Comunión con el Creador Amantísimo que nos protege, nos quiere y nos abraza como un Padre de Bondad y no como el justiciero que profetizaron nuestros ancestros. Este es tu mayor regalo… gritar a los cuatro vientos que Dios es Amor...
Como
la ley ordenaba
cumplió
la pascua judía,
los
doce le acompañaban
sin
saber qué acontecía.
Y
en esta hora sagrada
instauró
la eucaristía,
su
palabra atesoraba
Camino, Verdad y Vida.
Y
el Pan y el Vino,
dando
gracias al Padre
en
aquel momento divino,
en
su Cuerpo y en su Sangre
fueron
convertidos.
Guillermo Rodríguez