Al
salir, se encontraron con un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo obligaron a
llevar la cruz. Mt 27 -32.
Soñé que estaba entre el gentío, lamentando y sufriendo tu suplicio inhumano e injusto; que me mirabas a los ojos solicitando mi ayuda
calladamente… escuché al capataz de tu desdicha ordenar que ocupara tu lugar... y me vi dando un paso al frente, para compartir la carga
que pretende hacer claudicar tu inmensa fortaleza. Soñé que me acercaba a tu ribera para ayudar a levantarte y alejar el madero de mis culpas de
tu espalda azotada y ensangrentada. A veces cierro los ojos bajo la trabajadera
e imagino que estás a mi lado, como uno más de los que anónimamente llevamos el
costal en silencio. E imagino que comparto contigo el peso infinito de la carga
que el destino te ha reservado.
Ojalá pudiera, Humilde entre los humildes, levantar sobre mis hombros la cruz del llanto que tan duro te ha hecho el martirio hacia al Calvario; esa que arquea tu espalda con el dolor del odio y el abandono. Por eso, Padre Mío, seré tu cirineo, el que comparta tu rumbo, el que defienda tu Cielo, el que te lleve en mis hombros mientras que Tú lo quieras... y cuando Tú lo mandes, el que deje su hueco al que quiera ser uno más en tu orilla de plegarias costaleras para alumbrar con el cirio de mis ancestros el sendero de tu Gloria, camino de la Esperanza...
Me nace del sentimiento
querer ser tu cirineo
venciendo el abatimiento
ser quien defienda tu fuero
cumpliendo mi juramento
voy a ser tu costalero
y brújula en el desierto
para tu andar nazareno
Quisiera darle clausura
y apartarte si pudiera
de esta cruel dictadura
desterrando la ceguera
que golpea tu ternura
Guillermo Rodríguez