Para Elena Cortés, consejera de Fomento y Vivienda de la Junta de Andalucía, el cargo que asumió tras las últimas elecciones autonómicas no sólo supone el mejor momento de su carrera política y una puesta en práctica del peso específico reconquistado por su partido, Izquierda Unida, en las últimas tres convocatorias electorales. Para Cortés (Priego de Córdoba, 1973), el cargo también implica poner fin a un particular vía crucis de cuatro años que se inició, precisamente, el Domingo de Ramos de 2008.
Aquel 16 de marzo de hace cuatro años, Cortés ostentaba el cargo de concejal de Educación en el ayuntamiento de Córdoba, gobernado por IU en alianza con el PSOE después de que, en mayo de 2007, el PP ganara, aunque sin mayoría absoluta, las elecciones municipales. Y aquel mismo día, por cerca de su domicilio, salía en procesión la Virgen de la Candelaria. La edil –una cara lo suficientemente pública como para no pasar desapercibida en la capital califal- salió a su balcón exhibiendo una pancarta que rezaba ‘No’ y haciendo sonar una sirena como señal de protesta a la celebración de la Semana Santa.
La dicotomía andaluza respecto a las cofradías y procesiones –una comunidad políticamente de izquierdas es, al mismo tiempo, guardiana del acervo religioso que suponen las Hermandades- entró en juego en ese momento. Tras conocerse el incidente, Rosa Aguilar, entonces alcaldesa de Córdoba y máximo activo político de IU, sugirió que Cortés debía disculparse por el incidente. Al poco, Cortés replicaba que no estaba dispuesta a hablar “ni de bocinas ni de votos”, en alusión al voto de Aguilar en las generales de 2008: desveló en una entrevista que votó a un senador del PSOE en vez de optar por un miembro de su partido. La reacción de Aguilar fue emitir un comunicado de prensa en el que aseguraba que Cortés “le ha mostrado su total disposición a pedir disculpas, tanto por escrito, para que quede constancia de las mismas, como personalmente”. Comprometida públicamente por la alcaldesa, la concejala remitió un texto a la Hermandad ofendida, que fue hecho público: “Lo ocurrido no tiene justificación, jamás debió haber sucedido (…). Como ciudadana, educada culturalmente en una sociedad cristiana, entiendo el hecho cultural que acontece en cada Semana Santa”.
El incidente podría haberse quedado allí. No obstante, en la Semana Santa de 2009, Cortés, todavía concejala en el ayuntamiento cordobés, participó de forma sorprendente en la procesión del Cristo de la Piedad de la capital cordobesa, portando, además, báculo procesional. La imagen, publicada por El Día de Córdoba, comprometía la credibilidad de Cortés y se interpretó –no hubo comentario oficial al respecto- como un gesto obligado por Rosa Aguilar, todavía alcaldesa de Córdoba aquel 7 de abril de 2009…
… Y que dejó de serlo dos semanas después. El 23 de abril de 2009, Rosa Aguilar anunciaba que dejaba la alcaldía de Córdoba para incorporarse como consejera del nuevo Gobierno del socialista José Antonio Griñán en la Junta de Andalucía, responsabilidad que dejaría un año y medio después para ser ministra de Medio Ambiente y, finalmente, ya diputada en Cortes por el PSOE representando a la circunscripción de Córdoba.
En aquel momento –abril de 2009- IU era un barco a la deriva y Cortés una concejala herida en su credibilidad. La edil –también portavoz de IU en la Diputación cordobesa y miembro de la Asamblea General de CajaSur, entidad finalmente intervenida por el Banco de España- siguió en el ayuntamiento cordobés hasta las elecciones municipales de 2011, en la que IU recuperó poder, excepto en Córdoba. De fuerza de Gobierno, IU en Córdoba pasó a ser la tercera fuerza en votos, por detrás incluso de la recién fundada Unión Cordobesa, comandada por el empresario imputado en la Operación Malaya Rafael Gómez Sandokán. Cortés, número 8 de la lista de IU en Córdoba –cuatro años antes había ocupado la quinta posición-, no renovó su cargo de concejal.
Tras el 22-M de 2011, la carrera política de Elena Cortés parecía haber entrado en el limbo que precede al olvido. Sin embargo, la resurrección de IU en las generales y andaluzas devolvieron a su formación a la primera línea política. Y también a ella, convertida ahora en mujer fuerte de IU en Andalucía.
Su fuerza será la Consejería de Obras Públicas, la misma responsabilidad –es difícil no ver ironía en ello- que asumió Rosa Aguilar al dejar el Ayuntamiento de Córdoba.