Dice Sally Koch que “Rara vez se
presentan grandes oportunidades de ayudar a otros, pero las pequeñas nos rodean
todos los días.” Una frase que debe remover conciencias. Probablemente si
nos mencionan la palabra solidaridad pensemos en las campañas de televisión en
las que hay que mandar un SMS para construir un pozo de agua potable en algún
poblado de África, o si ya nos trasladamos al mundo de las Cofradías pensaremos
en los grandes certámenes solidarios o benéficos de bandas de Semana Santa.
Ojo, que lo anterior también es solidaridad y de la muy necesaria.
Pero vayamos a nuestra vida cotidiana, nuestro día a día. No entendamos
la solidaridad solamente como el acto de dar limosna. La solidaridad es pensar
en conjunto, pensar en los demás. Arrimar el hombro cuando y a quien le haga
falta, brindarle ayuda a los más necesitados, ponernos en el lugar de otros
para tratar de comprender su situación, ser tolerantes y respetuosos con los
demás… Las pequeñas cosas del día a día. Somos cofrades, lo que implica que
seamos cristianos. Jesús siempre invitó a vivir el mandamiento del amor, y amándonos
los unos a los otros como Él nos amó se solucionarían todos los problemas de
este mundo. Dijo Jesús: “Todo lo que
querríais que hicieran los demás por vosotros, hacedlo vosotros por ellos,
porque eso significan la Ley y los Profetas” (Mt 7:12). Aceptemos la
invitación del Hijo de Dios, no esperemos a que organicen un certamen benéfico
de marchas procesionales para ser solidarios, pensemos en qué nos gustaría que
hicieran por nosotros si estuviéramos en determinadas situaciones, pensemos en
las pequeñas obras del día a día…
José Barea.
Recordatorio Verde Esperanza: El peor enemigo de las Cofradías