En la Jornada Mundial del Refugiado, el Papa Francisco invitó a considerar las dificultades que atraviesan «tantos, tantos refugiados e inmigrantes sin trabajo, sin papeles, con tanto sufrimiento y tanto dolor».
Al tiempo que daba las gracias «a quienes trabajan con los inmigrantes», el Papa condenó vigorosamente a quienes les explotan, «que el obispo Scalabrini llamaba ‘mercaderes de carne humana’». Se refería a los traficantes de seres humanos, al trabajo esclavo y a las mafias, casi siempre de la misma nacionalidad que las víctimas.
El Papa elogió el trabajo que hacen «los misioneros y misioneras de San Carlos (fundados por Giovanni Battista Scalabrini a finales del siglo XIX), que se hacen inmigrantes para ayudar a los inmigrantes».
Durante el rezo del ángelus ante unas treinta mil personas el Santo Padre comentó que imitar a Jesús, «cordero de Dios que carga sobre sí los pecados del mundo» significa poner «el amor en lugar de la fuerza y el servicio en lugar del prestigio». Reconoció que es una tarea difícil, pero aseguró que «seguir a Jesús nos hace más libres y más alegres».
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