Será por los recovecos del carácter de esta ciudad o por lo que fuere, el caso es que parece que al cardenal Amigo se le quiere en Sevilla mucho más en tiempos de emeritud que cuando era el titular efectivo de la diócesis. El jueves abarrotó el salón de actos del Labradores con motivo de la conferencia que pronunció por invitación de la Hermandad de la Paz, que celebra de forma brillante sus 75 años bajo la dirección de Santiago Arenado como hermano mayor. Había varias filas de público de pie al final del salón y muchas personas en los pasillos laterales y en las puertas. Fue la primera bulla del año después de las de la Zoidonavidad. El cardenal hizo muy amena la charla, jugando con los tonos, improvisando, tirando de ironías, haciendo guiños a algunos presentes y mostrándose, por encima de todo, muy alegre. Será porque el tema elegido era el Papa Francisclo y la religiosidad popular por lo que estaba especialmente contento y sonriente, o porque había congregado al canciller Isacio Siguero y a un buen ramillete de la clase dirigente cofradiera actual y pretérita. Estaba el actual presidente del Consejo y dos de los anteriores (Antonio Ríos y Adolfo Arenas).
Monseñor Amigo, largo de altura y de vistas, fue muy cariñoso con Arenas en dos momentos: cuando lo nombró recordando las “batallitas” que habían tenido y cuando terminó su intervención y se fue directo hacia él para abrazarle. Aquello fue el mejor y más auténtico homenaje que ha recibido el único presidente del Consejo que ha dimitido por el momento. También hubo hermanos mayores como Antonio Piñero (Estudiantes), ex hermanos mayores como José León-Castro (Gran Poder), Juan Ruiz Cárdenas (Macarena) y Felipe Rubio (La Paz), consejeros como Francisco Vélez y personalidades del Ejército, del Ayuntamiento y de la ciudad. Entre ellas, el caballero maestrante Alfonso Guajardo-Fajardo, que actuó como original presentador, calificando de “gordo de la lotería de Navidad” el nombramiento de monseñor Amigo como arzobispo de Sevilla en 1982 y ensalzando grandes gestiones como la venta de San Telmo o grandes hitos como las visitas del Papa Juan Pablo II. El presidente del club anfitrión, José López de Sagredo Camacho, marqués de Castellón, cerró el acto con una proclamación entusiasta: “¡Cómo se nota que hemos oído a todo un Príncipe de la Iglesia, cómo se nota!”
El cardenal estuvo hasta en pregonero cuando recreó lo que diría el Papa de cada cofradía del Domingo de Ramos. Arenado, que sabe de estas lides, comentó al final: “¡Qué pregón nos hemos perdido!”
Se llevó muchísimo afecto. Casi 30 años de arzobispo no se olvidan. Hubo tensiones en tanto tiempo, ¡claro que las hubo! Tuvo que aprender a comprender a la ciudad y a encajar la labor no siempre amable de la prensa, a la que nunca dividió en amigos ni enemigos. La clave es que siempre habló con todos. Y mirándolos a la cara.
Recordatorio La Carrera Oficial, el Negocio Perfecto