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viernes, 7 de marzo de 2014

Nisán: III Treinta Monedas


(…) Uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue donde los sumos sacerdotes, y les dijo: “¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré?” Ellos le asignaron treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregarle. El primer día de los Azimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: “¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer el cordero de Pascua?” Él les dijo: id a la ciudad, a casa de fulano, y decidle: El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis discípulos”. Los discípulos hicieron lo que Jesús les había mandado, y prepararon la Pascua. Al atardecer, se puso a la mesa con los Doce. Y mientras comían, dijo: “Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará.” Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno: “¿Acaso soy yo, Señor?” El respondió: “El que ha mojado conmigo la mano en el plato, ése me entregará. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!” Entonces preguntó Judas, el que iba a entregarle: “¿Soy yo acaso, Rabbí?” Jesús respondió: “Sí, tú lo has dicho.” Mt 26, 14-25


Te han vendido Señor, y lo ha hecho uno de los tuyos… de los que caminan a tu lado y comparten tu abrigo y tu pan… y lo ha hecho por un miserable puñado de monedas. Te ha entregado a los que te persiguen escudriñando en las miserias de los que te rodean, de los que te odian, de los que te temen porque has venido a alterar lo establecido, a terminar con sus privilegios sustentados en supercherías y a levantarles del sillón al que llevan aferrados tanto tiempo… y todo por una indecente limosna… por treinta monedas vendieron al Hijo del Hombre… maldito sea el dinero, maldito el que lo inventó, que por dinero los hombres hasta vendieron a Dios.


Treinta monedas bastaron
para venderlo,
por su creación maltratado
preso le hicieron

y fue reo condenado
y el Dios del Cielo
morirá sacrificado
como Cordero.

Fue por dinero
por lo que al Cristo entregaron,
metáfora del desprecio
y símbolo del pecado
que redimió en el madero.


Guillermo Rodríguez







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