La talla de este Crucificado, atribuida durante bastante tiempo a la producción de Juan de Mesa, es actualmente una obra documentada de Sebastián Rodríguez, a quien se lo encarga el 4 de octubre de 1645 la Cofradía del Santo Sudario de Jesucristo y Madre de Dios de la Palma, con sede canónica en el franciscano convento de San Antonio de Padua.
En el contrato se acuerda que el Cristo, de tamaño natural, ya esté expirado, realizado en madera de cedro, y tallado "lo mejor que sea posible". Su precio se fijó en 150 ducados, debiendo entregarse a los dos meses y medio de la fecha del encargo, por lo que se acabó en dicho año, 1645.
Tras la ocupación de Sevilla por las tropas napoleónicas la imagen es trasladada a la iglesia del Salvador, donde queda depositada hasta 1909, año en que los cofrades lo reclaman para reorganizar su Hermandad.
Se trata por tanto de un Cucificado que representa a Cristo muerto, de 1,66 metros deltura, realizado en madera y policromada por el pintor Manuel Rodríguez.
Realizado siguiendo los modelos iconográficos de Mesa, pueden detectarse en la talla ciertos rasgos que se alejan un poco del estado de laxitud que se representa, quizás explicado por las prisas con que fue realizada la obra.
La imagen del Santísimo Cristo del Buen Fin de Sevilla fue restaurada en el año 1979 por el escultor Luis Ortega Bru, en una intervención en la que afianzó algunos ensambles y resanó la policromía.
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