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viernes, 4 de abril de 2014

El cáliz de Claudio: Esperando nada


Decía Núñez de Herrera que el Gran Poder suponía la negación de la historia; nadie puede decir que lo ha visto en la calle, si no es en el momento en que se hace presente y se actualiza. Algo similar (salvando distancias y comparaciones) ocurre con el pregón de Semana Santa, que se actualiza la noche que antecede al Domingo de Pasión, en el Gran Teatro de Córdoba, por si alguien no lo recordaba. Y así, entre actualización y actualización, posturas, gestos, declamaciones y palabras que se repiten para resultar siempre diferentes por arte y gracia de la Semana Santa.

Sin embargo, en esta vigilia el tiempo quiere jugar en una vuelta a otros orígenes. Charlistas, como leí alguna vez a Antonio Varo, que vuelven con fuerza para retrotraernos a finales de los ´40, ´50 o ´60. La diferencia en este caso radica en que el pregonero de 2014 no se ha ejercitado a lo largo de nuestra geografía loando Semanas Mayores, sino más bien costumbres amenas de pueblos o chascarrillos de saeteras inolvidables.

Desde la Agrupación, la evocación sube al cielo pero se topa con el techo. El techo provinciano que recuerda pregones de otros hijos ilustres de sus localidades y retransmiten fútbol, no procesiones. Pero eso, como en aquella Vetusta de La Regenta da caché y una repercusión que no se traducirá ni tan siquiera en una mera retransmisión del pregón en televisión, ni se produciría ni aunque Enrique Ponce, por poner un ejemplo de esta nueva línea de atriles, fuese el pregonero o Antonio Banderas o Manolo Lama o Vigorra… por dar ideas.

Una nueva línea de perfiles para el atril que –antigua y reinventada- da la medida de una ciudad que se reflejaba en las palabras del pregonero en prensa local el pasado domingo, cuando en la entrevista que concedió a Diario Córdoba venía a decir que no sabía por qué lo habían elegido, que no es religioso, no es cofrade, etc. Sin olvidar como escribió en Gente de Paz Raquel Medina que “cuando esté en su despacho o en su casa con papel y “boli” o sentado frente al ordenador, como hemos estado todos los pregoneros... ¿Qué imagen inundará sus pensamientos, su creatividad, cuando quiera evocar a nuestro Cristo de la Expiración o a Jesús Caído?. ¿Qué imaginará cuando quiera versar sobre la Paz?. ¿Tendrá vivencias propias de todos estos instantes…?. ¿O tendrá que documentarse con métodos alternativos? Ruego a la Agrupación que en caso de precisarlo, ofrezca al pregonero todo el material audiovisual necesario, vaya a ser que cuando piense en Expiración su mente viaje al Museo, cuando quiera hablar del Caído a la calle Pureza o si llega el turno de la Paz la imagine caminando por los Jardines… del Parque de María Luisa.

No van buscando estas palabras potenciar localismos o clichés o, peor aun, marcar directrices por más que el sentido común las dicte y a veces no se le escuche. Espero que mañana en el Gran Teatro se edite la mejor actualización de la Semana Santa, la que nos mueve y es origen y final, amanecer y ocaso, de expectativas, sensaciones y una fe compartida. Espero que Rafael Cremades deje a Córdoba en el lugar que merece, aunque no quiero pensar mucho qué lugar es exactamente. Espero que la Agrupación sea coherente consigo misma y siga por esa línea o piensen sus dirigentes que el hecho de “no ser religioso”, alguien que ellos eligieron, sea óbice para dimitir como en un tiempo demasiado cercano se reclamaba. Espero que dejemos de seguir negando la historia para que su negación sea, en su concepto filosófico y espiritual, una actualización que nos alcanza y renueva. Aunque, si les soy sincero, como la canción de Antonio Vega vivo esperando nada.

Blas Jesús Muñoz



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