A las nueve de la mañana se abrían las puertas de la parroquia del Sagrario de la Catedral. Pero ya había gente esperando antes para no perderse uno de los momentos más esperados por los fieles sevillanos: la imagen de la Esperanza Macarena en besamanos extraordinario con motivo del cincuenta aniversario de su coronación canónica.
Entró el palio, como ya informó ayer ABC de Sevilla, a las dos menos veinte de la madrugada por la Puerta de San Miguel de la Seo. Y a partir de esos momentos, labor ímproba del equipo de priostía comandado por Fernando Marmolejo y Jerónimo Núñez para que la Dolorosa de San Gil amaneciera ayer de la forma que lo hizo.
Un trabajo exhaustivo que implicaba bajarla del palio, desvestirla, vestirla para el besamanos y trasladar a la Esperanza a la peana delante del altar mayor y del extraordinario retablo de Francisco Dionisio de Ribas con las portentosas tallas de Pedro Roldán. Tanto que los últimos retoques para que todo quedase dispuesto concluyeron a las ocho de la mañana, una hora antes del comienzo del besamanos.
La Esperanza Macarena apareció ataviada con el manto celeste de la Virgen del Rosario, prenda que ya utilizó hace ahora cincuenta años en el triduo extraordinario celebrado en el Templo Metropolitano antes de su coronación. Fue restaurado en su día por José Ramón Paleteiro, quien respetó escrupulosamente el diseño original de José Guillermo Carrasquilla.
Y lucía también la nueva saya que ha sido realizada, en tisú crema con bordados en oro, por Charo Bernardino y que ha sido donada por ella, sus hijas y por todos los componentes de su taller.
Las colas no tardaron en producirse por la zona de las gradas altas de la Catedral hacia la Puerta del Perdón de la Seo, de tal manera que a las diez y media de la mañana ya llegaban hasta este lugar y había que esperar hasta media hora larga para poder acceder al interior del templo.
Conforme fue avanzando el día dichas colas adquirieron mayor extensión. Así las cosas, al haber un cajón de obras justo al lado de dicha puerta, la fila fue creciendo en sentido inverso a la puerta de entrada de la parroquia de manera que llegó un momento en que las últimas personas estaban casi al lado de ésta pero les quedaba por llegar a la misma, tras recorrer toda la hilera, al menos hora y media.
Poco importó a los fieles y devotos de la Macarena esperar ese tiempo. No se hablaba mucho en la cola de las elecciones europeas ni de la final de la Champions League. Pero casi todos referían a la triunfal procesión de traslado a la Catedral del día anterior. «Entró más tarde de la cuenta –señalaba un matrimonio al que le quedaba al menos media hora para entrar— pero todo se olvida cuando la tienes delante».
Y así sucedía también en el interior de la parroquia. Besamanos multitudinario que no cesó en ningún momento del día. Muchos eran los que plasmaban con las cámaras de sus móviles la imagen de la Macarena, radiante y bellísima, en este marco inusual pero extraordinario.
El besamanos se prolongará hoy y mañana, de forma ininterrumpida, de nueve de la mañana a nueve de la noche. Y a partir del miércoles, triduo en honor de la Esperanza.
El beso de los sentidos
Para un nutrido grupo de hermanos macarenos el de ayer fue un besamanos extraordinario. Y no sólo por el lugar donde se encuentra la Esperanza Macarena, sino porque algunos de ellos pudieron sentirla y besarla, pero también tocar su mano.
La diputación de acción social de la corporación de la Madrugada, a cuyo frente se encuentra José Antonio Fernández Cabrera, llevó en la tarde de ayer al besamanos a una serie de hermanos, ya mayores, que se encuentran enfermos, impedidos, discapacitados y, en otros caso, ciegos.
Una experiencia que se enmarca dentro del programa «Macarenos veteranos»_y que, auspiciado por un grupo de voluntarios, recogieron a estos hermanos de sus domicilios, los llevaron a merendar y posteriormente posibilitaron que estuviesen un rato delante de la Virgen.
«Hacemos esto habitualmente —precisó a ABC_de Sevilla Fernández Cabrera— cuando se celebran los cultos de nuestra hermandad. Sólo hay que ver la cara que ponen cuando están delante de la Virgen para darse cuenta de la felicidad que sienten». Entre los hermanos se encuentran los diez más antiguos. Ayer, de nuevo, muchos sintieron las manos de la Esperanza.