Uno de los artistas más
prolíficos del último cuarto del siglo XX y principios del XXI es sin duda Luis
Álvarez Duarte. Con obras repartidas por todas las provincias andaluzas, de su
mano llegó la revolución a la imaginería, dotándola de una capacidad productiva
y fructífera que, hasta ese momento, no había conocido dicha plenitud.
El Cristo de la Sed o la Virgen
del Patrocino, en Sevilla; Soledad, Cristo de la Providencia o Rosario, en
Córdoba; Jesús de las Penas o la Esperanza, en Cádiz; Jesús de Salud y Pasión o
María Santísima del Rosario del Mar, en Almería; María Santísima de la O,
Sagrada Lanzada o el conjunto Escultórico de la Coronación de Espinas, en
Jerez; Gracia y Esperanza y Mayor Dolor, en Granada; Dolores y Victoria, en
Huelva; Cristo de la Expiración o Cristo de la Buena Muerte, en Jaén y Linares;
Paloma, Paz o Merced, en Málaga. Así como un sinfín de obras en sus respectivas
provincias, amén de tallas repartidas por gran parte de la geografía española
(Badajoz, Ciudad Real, Madrid, Murcia, Zamora, Albacete o Alicante) y fuera de
nuestras fronteras (Argentina, Colombia, Cuba, Estados Unidos o Venezuela).
Un imaginero que ha hecho de su
arte una vocación que trasciende localismos para llevar su forma de entender la
Semana Santa hasta confines a los que antes, apenas habían llegado unos cuantos
elegidos.
Biografía
Hijo de Severiano y Fernanda (de
origen extremeño), Luis Álvarez Duarte nace en Sevilla el 22 de mayo de 1949.
Además de la Imaginería, también destaca por su labor como escultor y
restaurador.
Su vocación artística le viene
desde muy temprana edad y, aunque en su formación hay numerosas connotaciones
que lo definen como autodidacta, recibió enseñanzas de imagineros de la altura
de Francisco Buiza, Sebastián Santos Rafael Barbero y Antonio Eslava. A su vez,
asistió a clases en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de
Sevilla. En este contexto autoformativo destaca que, entre 1980 y 1984,
realizara continuos viajes a Italia, que incluyeron una estancia en la Escuela
de Restauración de Florencia, entrando
en contacto con diferentes obras del Renacimiento y el Barroco italianos. En
esa etapa, Álvarez Duarte muestra un especial por la obra del artista
napolitano Gian Lorenzo Bernini, si bien estudia también a otros de los grandes
como Miguel Ángel.
Su primera gran obra es la Virgen
de Guadalupe, para la Hermandad sevillana de las Aguas, que realiza cuando
apenas cuenta con 15 años. Su primer trabajo cristífero va a ser el Cristo de
la Sed, en 1970. Su consagración va a llegarle en seguida (abril de 1973),
cuando entregó la nueva talla de la Virgen del Patrocinio a la Hermandad de El
Cachorro, en sustitución de una imagen anterior que resultó totalmente
destruida en un incendio. A partir de esos años, su labor productiva va a ser
incesante y de un alto nivel de calidad.
También posee obra de carácter no
religioso, destacando el monumento a la bailaora Pastora Imperio, a Juan Manuel
Rodríguez Ojeda, a fray Serafín Madrid, al torero Manolo Vázquez, Raphael; así
como bustos a "Paquirri", Rocío Jurado, Juana Reina, Ruiz de Lopera,
José Manuel Lara o Pepa Flores…
Ha recibido numerosas
distinciones, entre las que destaca especialmente su nombramiento como miembro
de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla.
Blas Jesús Muñoz