Esta extraordinaria semana de la
Macarena ha dejado tantos momentos inéditos e irrepetibles que sería imposible
enumerarlos todos. La Esperanza cruzó de nuevo las fronteras físicas e
imaginables llegando hasta la Plaza de España, extramuros y entrando en todos
los templos en los que pasaba y cabía el paso de palio. A lo extraordinario de
los escenarios por los que pasó la Virgen se le suma la música, con la
interpretación de piezas que nunca antes se pensaba que sonarían detrás de una
imagen.
Estos son los quince momentos
irrepetibles de esta semana extraordinaria de la Esperanza, por los que una vez
más se apela a la bendita locura macarena:
1. La entrada improvisada en
Montesión
Llegaba la Macarena por Feria
camino de la Catedral el pasado 24 de mayo, viviendo momentos de gran emoción
en Parras, Escoberos y en Omnium Sanctorum. Pero, cuando llegó el palio a
Montesión, nadie esperaba que ocurriera ese milagro que parecía y se anunció
como imposible. Antonio Santiago y su cuadrilla consiguieron, con mucha
dificultad, que el palio entrara en la capilla como ya hiciera en la salida
extraordinaria de 1971. Al llegar al mismo dintel, el capataz le indicó al
fiscal de paso que lo podían intentar, y así fue. Con la emoción desbordada
dentro de la capilla, el palio dio una vuelta dificilísima por las estrecheces
de la misma, y volvió a salir a la calle bajo el delirio del público.
2. El encuentro con la Amargura
Lo de San Juan de la Palma fue un
momento de los que nadie de los que lo vivieron lo olvidará jamás. Las dos
primeras Dolorosas coronadas cara a cara. La Amargura bajó de su camarín para
recibir a la Esperanza a los pies del presbiterio, con su corona de oro y el
manto de salida. Llegaba la Macarena a los sones de «Amarguras» y «Valle de
Sevilla», cruzando una alfombra de flores con las encomiendas de la Amargura y
la Macarena. La anchura del paso hacía complicadísima la entrada, apenas
sobraban dos centímetros por cada lado, pero finalmente accedió al templo,
lleno de 500 hermanos de San Juan de la Palma que no quisieron perderse aquel
mítico encuentro que ya sucediera 50 años atrás y de los que hablaban los
mayores, estaba recogido en los libros, pero no existe una foto que lo
atestiguara. Aquella imagen volvió a repetirse, y no pudo ser más emotiva y
hermosa. Al salir de San Juan de la Palma, a los sones de «Coronación de la
Macarena», los vecinos le lanzaron una interminable lluvia de pétalos, desde
sus casas engalanadas con las colgaduras que se hicieron para el cincuentenario
de la coronación de la Amargura, con las letanías de la Virgen.
3. La «vuelta a casa» en la
Anunciación
La Macarena nunca renuncia a su
historia. Por eso, no prescinde cada Madrugada de pasar ante la Anunciación, el
templo que acogió a la hermandad durante los años en los que San Gil estaba
destruida cuando fue incendiada en la Guerra Civil. El año pasado, el Señor de
la Sentencia entró para refugiarse de la lluvia, pero no lo hizo la Virgen. La
Macarena volvió a la que fue su casa, donde se encontró con la Virgen del
Valle, con la que no llegó a compartir templo, pero que se vieron frente a
frente.
4. Alfombra de sal en la Plaza de
San Francisco
Fue otro de los momentos únicos
que dejó la procesión de ida a la Catedral. La Virgen llegaba, ya con un
retraso acumulado superior a las dos horas a la Plaza de San Francisco. A los
sones de «Campanilleros» comenzó a cruzar la primera de las portadas del Corpus
que simboliza la parroquia de San Sebastián. Con el «Himno a la Esperanza
Macarena» cantado por todos los presentes, cruzó poco a poco la alfombra de
sal, regalo de Sanlúcar de Barrameda, y fue recibida allí por la Corporación
municipal.
5. El besamanos más
multitudinario de la historia
En la Catedral, la Virgen
celebró, desde el domingo 25 al martes 27, un besamanos extraordinario en la
parroquia del Sagrario que puede considerarse como el más multitudinario de la
historia. Más de 40.000 personas guardaron colas de hasta cuatro horas para
besar a la Virgen de la Esperanza, vestida de forma espectacular con el manto
celeste de 1964, y situada bajo el retablo barroco de Pedro Roldán. Fue
especialmente emotivo el acto que organizó la hermandad con sus hermanos
veteranos, algunos de ellos impedidos, como aquel invidente que tocó las manos
de la Virgen. Es, probablemente, el acto más emotivo y simbólico de cuantos se
han celebrado en torno a la Esperanza.
6. Junto a la muralla del Alcázar
Otra de las estampas inéditas fue
contemplar a la Virgen de la Esperanza en la Plaza del Triunfo, bordeando la
muralla del Alzázar, con los primeros rayos de sol del día iluminándole el
rostro. Sonaron marchas macarenas, pero el momento más hermoso llegó cuando
pasó por delante de la sede del Consejo de Cofradías, en la calle San Gregorio,
momento en el que sonó «Sevilla Cofradiera».
7. Estrella Morente le canta una
copla en la Plaza de España
Esperaban en la Plaza de España
miles de macarenos, bajo un salor sofocante. La Virgen llegaba entre la
arboleda del Parque de María Luisa y, al entrar en la plaza, la banda se retiró
y comenzó a sonar la «Sinfonía Macarena», a cargo de la orquesta que partició
en la misa estacional. De esta misa, quedará siempre en el recuerdo la copla
que le cantó Estrella Morente durante el ofertorio, que compusiera Juanita
Reina, y que lleva por nombre «Esperanza y Macarena». Esa estampa costumbrista,
con músicas que recordaban a Albéniz durante la misa, el escenario histórico y
las mujeres vestidas con mantillas blancas, bien podría haber salido de un
cuadro de García Ramos.
8. «Suspiros de España»
Como colofón a esa estampa
costumbrista, la Virgen de la Esperanza se despedía de la Plaza de España a los
sones del pasodoble «Suspiros de España», interpretado por la orquesta, y que
causó una enorme emoción en todos los presentes y los que la vieron por
televisión. Parecía una música hecha para ese palio, que se movía con una
gracia recuperada.
9. Junto a los Estudiantes
10. En los Negritos
Con una Ronda Histórica atestada
de público, llegaba la Virgen a la capilla de los Ángeles, recibida por una
alfombra de flores. Allí hizo su entrada a los sones de «Virgen de los
Ángeles». Un momento muy emotivo a pesar de que un foco de una televisión le
estropeó a muchos el momento. Allí se produjo el encuentro con los Negritos y
con San Roque, exiliada de su templo. Al salir, sonó «Coronación de la
Macarena», bajo una lluvia de pétalos, y se le cantó una saeta desde de un
balcón de la capilla.
11. «Reina de San Román» al
llegar a los Gitanos
No estaba previsto en el
recorrido inicial, aunque la hermandad de los Gitanos invitó a su compañera de
jornada a que entrara en su casa. Y así fue. La Macarena, al llegar a la altura
de María Auxiliadora, se desvió por la calle Mateos a los sones de «La Macarena»,
de Paco Lola, y «Madre de los Gitanos Coronada». El delirio llegó cuando la
Virgen hizo su entrada en el santuario a los sones de «Reina de San Román»,
andando con alegría, al igual que hizo dentro del templo cuando le
interpretaron, delante del Señor de la Salud y la Virgen de las Angustias, la
marcha «A ti Manué». Fue uno de los momentos más emotivos, ya que faltaba ese
encuentro con la Macarena, después de haber compartido templo de forma breve
con el Señor de la Sentencia el año pasado cuando se refugiaron en la
Anunciación ambas hermandades.
12. Tres Vírgenes coronadas
juntas
Casi una hora permaneció la
Macarena en el recinto salesiano de la basílica de María Auxiliadora, que dejó
para las retinas la visión de las tres Vírgenes coronadas: la Esperanza
Macarena, la de la Trinidad y María Auxiliadora. La Esperanza de la Trinidad la
recibió en la plaza sobre el paso de San Juan Bosco y María Auxiliadora en su
paso, con el que salió el día anterior. Quisieron darle a la Macarena el mejor
recibimiento, en el que hubo cantos, rezos, un mini pregón –todo lanzado con
megafonía– y hasta fuegos artificiales en un espacio adornado con guirnaldas,
colgaduras, mantones, banderas... todo para demostrar el gozo por la visita,
que quedó para siempre recogida en un azulejo descubierto en el transcurso del
acto.
13. En la casa natal de Santa Ángela
Emotivo momento que se tornó
íntimo entre la multitud fue el que se produjo en la casa natal de Santa Ángela
de la Cruz, en la calle Santa Lucía. En la inmensa bulla se resguardaba la
inmensidad de las Hermanas de la Cruz, en las personas de las más ancianas de sus
monjas que, a las puertas del pequeño convento, esperaron y recibieron la
llegada de la Esperanza Macarena. Fue una parada para escribir en letras de oro
en el mejor libro de Sevilla.
14. Los callejones y la parroquia
de San Julián
El paso de la Esperanza por los
callejones de San Julián fue hermosísimo, con los balcones repletos de mantones
de manila, y la llegada a San Julián, apoteósica. A los sones de «Madre
Hiniesta» saludaba a la Virgen del Rosario, que estaba en un altar en el
lateral de la parroquia. Luego, sonó «Hiniesta» de Peralto y una petalada la
recibió en la puerta de ojiva, bajo la cual estaba la Hiniesta gloriosa.
También fue para recordar el paso de la Esperanza por la calle que lleva su
nombre, Macarena, junto a la muralla, donde sonó la marcha «Pasan los
Campanilleros» y, en la esquina con Aniceto Sáenz, «Rosario Macarena», con la
que la Virgen aguantó el trío para romper hacia delante con el fuerte de la
marcha.
15. En su casa de San Gil
Al alba llegaba la Esperanza a la
casa en la que más tiempo ha estado: San Gil, la iglesia de la que se tuvo que
marchar en la guerra y que luego cambió para presidir su propia basílica. La
Virgen entró en la parroquia y, al salir, la Centuria Romana le hizo un regalo
muy especial. Fue algo inédito, la Banda de la hermandad interpretándole el
«Himno a la Esperanza Macarena», un momento para la historia que tuvo lugar
minutos antes de su entrada.